La crisis con Israel suma decibelios y pone en riesgo la cooperación bilateral

La crisis con Israel suma decibelios y pone en riesgo la cooperación bilateral

Todo empezó hace ya seis meses tras la investidura de Pedro Sánchez gracias a los independentistas a cambio de una amnistía. El jefe del Ejecutivo viajó a Tel Aviv ocho días después de lograr el apoyo de la Cámara Baja en su primer viaje internacional. Tan solo semanas antes, el grupo terrorista Hamás perpetró el mayor ataque contra Israel en su territorio a sabiendas de una reacción contundente. Mientras la comunidad internacional denunciaba el secuestro salvaje, difundido a través de las redes sociales, de más de centenares de personas, Sánchez, tras reunirse con el primer ministro de este país, Benjamin Netanyahu, se desplazó al paso fronterizo de Rafah, acompañado por el primer ministro belga, Alexander de Croo, desde donde abrió la puerta al reconocimiento unilateral del estado palestino al margen de la UE, enervando a Tel- Aviv por el contenido y el tono de esas palabras ya que también instó a Israel a cumplir el derecho internacional. Ese día el socialista plantó el germen de una tensión bilateral que sigue sumando enteros.

El Ejecutivo español se mantuvo firme. Pese a un rechazo o cautela mayoritaria de los países de la Unión Europea al reconocimiento de Palestina en medio de una ofensiva militar, Sánchez se empeñó en liderar esta iniciativa y emprendió una gira en busca de apoyos, en parte para silenciar las tensiones internas. Malta, Noruega, Irlanda, Portugal, Eslovenia, Bélgica, Luxemburgo… La respuesta al llamamiento fue desigual. Sin embargo, el pasado martes España, conjuntamente con Irlanda y Noruega, reconocieron al Estado palestino enquistando una crisis diplomática que suma cada día más decibelios y que no tiene visos de solución, a pesar de las consecuencias económicas y en materia de seguridad.

La reacción diplomática israelí al reconocimiento del Estado de Palestina fue contundente. Llamó a consultas a su embajadora en España, Rodica Radian-Gordon: «Han decidido conceder una medalla de oro a los asesinos de Hamás», afirmó el Ministerio de Exteriores en un comunicado. A esa medida, tras unas posteriores e inoportunas palabras de la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, que en un video dijo que «Palestina será libre desde el río hasta el mar» –eslogan que los israelíes ven como un claro llamamiento a la destrucción de su Estado– Israel puso coto a la acción diplomática y consular española en Jerusalén ante los palestinos.

En un nuevo embiste diplomático, ayer, España envió una nota en la que rechazó «cualquier cortapisa» a la actividad del Consulado. Fuentes diplomáticas aseguraron a LA RAZÓN, que «la nota verbal es clara: el estatuto de nuestras misiones diplomáticas y consulares debe ser respetado bajo cualquier circunstancia». En este tira y afloja, Israel respondió tensando más la cuerda con amenazas y aseguraron que en caso de prestar servicio a los palestinos, cerrará el Consulado español.

El rifirrafe no cesa y la tensión suma cada día un capítulo más con las posibles consecuencias para la relación bilateral. En 1986, España e Israel establecieron relaciones diplomáticas. Durante estos años se ha establecido una sólida red de vínculos políticos, empresariales, culturales y científicos. Paralelamente, se reforzaba la cooperación y apoyo al pueblo palestino. De hecho, ese mismo año, España formalizó el estatuto de la Oficina de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en Madrid, adquiriendo rango diplomático. Ese equilibrio que nuestro país ha venido manteniendo con Israel y Palestina se está tambaleando con sus posibles consecuencias, especialmente, en materia de seguridad y lucha contra el terrorismo yihadista.

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