El palacio Xifré, la otra Alhambra de Madrid

El palacio Xifré, la otra Alhambra de Madrid

El gusto por los patios orientales, árabes, se extendió por todo Europa desde la campaña de Egipto de Napoleón. Esa evasión visual, que facilitaba tener en el interior de un palacio londinense o berlinés se extendió también España. Aunque aquí los ejemplos no estaban tan lejos como en aquellos lugares de Europa del norte. El paso de la invasión árabe por España nos dejó grandes ejemplos. Se podría decir que espectaculares. El de la Alhambra granadina es clave, pero los Reales Alcázares de Sevilla o Córdoba no le van a la zaga. El caso es que, a finales del siglo XIX, Madrid contó con ejemplos relevantes de esa moda. Como el Palacio de Anglada, que fue levantado alrededor de un gran patio cerrado, al estilo árabe que entonces estaba tan de moda. Su calidad constructiva era tan alta, y las escayolas imitando las formas de la Alhambra de Granada tan perfectas, que impresionaba a los visitantes. De aquel palacio poco queda. A buen seguro sería hoy en día un perfecto reclamo turístico. Pero no pudo ser. En su solar se levanta actualmente el hotel Villa Magna, el edificio de los antiguos almacenes Sears, que pasó luego a ser Galerías Preciados y actualmente El Corte Inglés, y el edificio de Torre Serrano que fue anteriormente sede del Banco Hispano Americano.

Y sin embargo, no fue este el único palacio que en Madrid recurrió a lo orientalizante, a lo mudéjar, al arabesco. Una de estas construcciones que llamó la atención a los madrileños y visitantes estaba en el final de calle Lope de Vega. Mirando a la Castellana. Exactamente donde hoy se levanta ese edificio gigante que alberga el Ministerio de Sanidad y Consumo. Se trata de uno de los palacios que la élite financiera española construyó durante la segunda mitad del siglo XIX la lo largo de los Paseos del Prado, Recoletos y la Castellana.

La iniciativa de este magno edificio, hoy desaparecido, fue de José Xifré Downing, heredero de una de las más importantes fortunas del momento en aquella España. Las obras duraron tres años, entre 1862 y 1865, y el resultado no pudo ser más deslumbrante. Un palacete de estilo neomudéjar, de gran trabajo, que recordaba claramente a los palacios nazaríes de la Alhambra. Para los anales y dar muestra de esa inspiración, cabe apuntar que uno de los arquitectos, José Contreras, permaneció seis meses en Granada empapándose del estilo que debía de trasladar al centro de Madrid. Con el paso de los años, y la demolición de ese edificio, parte del parqué fue adquirido por la embajada francesa.

El cronista madrileño Mariano Rodríguez de Rivas relató, a cuenta de este palacio, una curiosa anécdota: «Después de tantos estudios directos sobre la arquitectura árabe y tanta probidad en los detalles, el marqués de la Vega de Armijo felicitó así al Sr. Xifré: Ha tenido usted una idea original, le ha quedado precioso su palacio chino». Con el paso del tiempo, este palacio, digno de un sueño oriental, pasó más desapercibido que otra cosa. Se le buscó razón, y a principios del siglo XX, el palacio se convirtió en legación de México siendo su propietario el mexicano y embajador Manuel de Yturbe y del Villar. Poco años después fue objetivo de la piqueta, que como con tantos otros palacios de la Villa y Corte, acabó derruido y convertido en «otra cosa». Durante un tiempo, estuvo «En derribo», y sus materiales se vendieron al mejor postor. Además del parqué, adquirido por la embajada francesa, la fachada se trasladó a un hotel de Segovia. Su escalera principal se instaló en Chiloeches, un pueblo de Guadalajara. Ahora en su lugar se levanta el gigante del Ministerio de Sanidad. Una mole sin aquellas columnas moriscas y las fuentes de agua clara.

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