El futuro «cuerpo de jueces sanchistas»

El futuro «cuerpo de jueces sanchistas»

A Sánchez le molesta que hablemos de sanchismo y que recordemos su inquietante giro hacia la izquierda populista iberoamericana. El problema es que no solo no hace nada para desmentirlo, sino que lo confirma con sus actos. He de reconocer que me recuerda esos boxeadores noqueados a los que la desorientación les hace golpear al aire buscando a su rival. Ha perdido cualquier atisbo de alegría y se mueve con la rigidez de uno de esos fríos robots de la primera serie de Star Trek. En breve será capaz de eclipsar a Diana Morant. Es lo suficientemente listo para saber que se ha quedado sin legislatura. Por supuesto, intentará aguantar como cualquier desesperado que se agarra a un clavo ardiente, pero no podrá aprobar ninguna ley relevante en el Congreso. La única salida es cederle la presidencia de la Generalitat a Puigdemont y enviar a Salvador Illa al Vaticano como embajador. A lo mejor consigue imponer esta solución a los socialistas catalanes que han abrazado las mentiras con el mismo fervor que Sánchez. Han comprado el relato de los independentistas y aplauden la amnistía. Es bueno que guarden las camisetas de «I love el 155» por si las necesitan en el futuro.

Entre la chapuza jurídica de la amnistía, que muestra una impericia asombrosa, y el brutal ataque al Poder Judicial y la Prensa se vislumbra su ocaso. Cualquier intento de amordazar a los jueces se encontrará con problemas en la UE y, sobre todo, no podrá aprobarlo en el Congreso. Esa idea pintoresca de crear un cuerpo de jueces sanchistas es algo que nos retrotrae a escenarios tenebrosos en los que la democracia no existe. No me sorprende que Guilarte, el catedrático más pintoresco que he conocido nunca, considere que la propuesta de Sánchez es «aterradora». Por supuesto, no es admisible la influencia del Gobierno en el nombramiento de los jueces. Es dinamitar la separación de poderes y convertir a los jueces del Supremo que vaya nombrando en estómagos agradecidos dispuestos a actuar como hacen Conde-Pumpido, Segoviano, Balaguer y Díez en el Constitucional. No lo conseguirá porque no cuenta con una mayoría parlamentaria que le permita imponer un ataque tan brutal y directo contra la Constitución. No creo, además, que le apoyen los diputados de Puigdemont.

Francisco Marhuenda es catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)

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