Cristina Pedroche: “Tengo que ser más permisiva conmigo misma y hablarme mejor”

Cristina Pedroche: “Tengo que ser más permisiva conmigo misma y hablarme mejor”

Su maternidad nos ha descubierto otra Cristina Pedroche (Madrid, 1988). Una que ha aprendido «que llorar no es de débiles». Que reconoce por su hija Laia «un amor tan ciego que no ves más allá». Que se confiesa impaciente, perfeccionista, ansiosa, vulnerable y rara. En «Gracias al miedo. Una historia de valentía, descubrimiento y amor incondicional», la presentadora vallecana descubre, sin filtros, los desahogos que a modo de diario, empezó apuntando en el móvil cuando supo que estaba embarazada…y todo lo que vino después. Un relato de 224 páginas que, como pasa con sus creaciones de Fin de Año, ha despertado todo tipo de reacciones. Cristina abraza las mejores: «Me dejan sin palabras, el cariño que me dan, me estoy sintiendo muy sostenida y no puedo estar más que agradecida. Creo que va a merecer la pena todo».

«El mundo que conocí hasta el 14 de julio de 2023 no existe. Ahora es otro. Y yo también», reconoce en su libro. ¿Cómo es ese nuevo mundo, Cristina?

Es un mundo en el que soy una nueva persona, donde tengo que adaptarme a mis nuevas prioridades, límites, nueva relación con mis amigos, mi pareja, mis padres, es fascinante, un mundo donde estoy aprendiendo muchísimo. Han pasado once meses desde que nació Laia y estoy un poquito mejor, no estoy todavía perfecta, pero quién lo está… Estoy feliz por haber sacado este libro, haber sido valiente, por publicarlo y, aunque lleva poco tiempo disponible, ya hay muchos que lo han leído y el «feedback» que estoy recibiendo es maravilloso.

En «Gracias al miedo» comparte el proceso de gestación, nacimiento y post parto de su hija. Uno tiene la sensación no solo de estar leyendo su diario si no de que no se ha guardado nada…

Me alegro que me lo digas porque así es. Ésta es mi vida, son mis pensamientos, mis sentimientos, mi todo. Me he desnudado totalmente, está escrito desde mis entrañas, desde lo más profundo de mi ser.

También recuerda con amargura la filtración de su embarazo a la prensa. Quiso refugiarse en su casa pero millones de espectadores la esperaban ese 31 de diciembre de 2022. ¿Cómo se sentía esa noche?

La noche de Campanadas, en la que ya se sabía que estaba embarazada porque una revista lo filtró, me sentía mal, muy vulnerable, muy desprotegida y, aunque mi hija estaba dentro de mí y podía ser su escudo, sentía que cuando me quitara la capa no solo me iban a mirar por el vestido, iban a buscar también la tripa, el morbo y me sentí muy vulnerable y muy sola. Incluso incomprendida. No estaba feliz y no quería compartirlo así, me pareció una situación muy sucia de la que salí lo mejor que pude.

Nace Laia, de la que escribe: «Nadie me ha mirado así, con esa pasión. Siento que soy su todo». ¿Cómo es un día de La Pedroche desde que es mamá?

Es un día muy feliz, en el que tengo muchos momentos de amor, un tornado de amor extremo, donde me siento llena, me siento plena, pero también hay altibajos, y lloro, y siento mucha pena, sigo teniendo pensamientos intrusivos. Ahora que han pasado once meses, estoy intentando entender que tengo que darme tiempo, ser más permisiva y hablarme mejor. Porque al final todo pasa.

«Y por qué lloro», se pregunta en su libro. De repente, se encuentra en una montaña rusa de emociones que la llevan a acudir al psicólogo y al psiquiatra. ¿Hasta qué punto la ayudaron a superar esta revolución hormonal y de sensaciones?

La psicóloga y la sesión que tuve con el psiquiatra me ayudan a entender que no estoy sola. Que esto le pasa a muchísimas más mujeres y que no pasa nada porque ocurra. Entonces, haberlo normalizado con estos profesionales, pero también contándolo a todo el mundo, me ayuda a sentirme comprendida. La mayor conclusión tras escribir el libro es el apoyo y el cariño que estoy recibiendo de la gente, que es brutal. Eso hace que todo merezca la pena.

Su momento más duro fue cuando, a los dos meses, su hija se cae desde la cama después de que se quedara dormida. Algo que le habrán dicho que es más habitual de lo que se cuenta. ¿Aún le dura la culpabilidad?

La culpabilidad me dura todavía, cada vez que lo pienso me pongo a llorar, me siento muy mala madre, siento que no estuve a la altura y aún me cuesta verbalizarlo. Pero, poco a poco, intento ser más permisiva y decir que no pasa nada y que tengo que estar más alerta. La culpabilidad, que supongo que tenemos todas las madres, me sigue acechando continuamente.

Confiesa que ahora está «en modo madre» y que tiene dudas sobre si está dejando de lado su carrera profesional. ¿Qué le hace sentirse realizada?

Me hace sentirme realizada que lo estoy haciendo todo bien. Lo mejor que puedo, que mi hija está sana, que está bien, que está creciendo feliz, que profesionalmente lo estoy haciendo lo mejor que puedo, que sigo en el barco y que esto sigue en un buen rumbo. Que me voy encontrando con La Pedroche fuerte y con ganas que era antes.

Al margen de sus reflexiones como madre, asegura que desde pequeña he tenido miedo «a ser normal». Dice que siempre está «buscando el diez». ¿Progresa adecuadamente en eso?

Progreso adecuadamente en lo de ser más permisiva conmigo misma, sé que soy muy pesada y no paro de repetírmelo. Tengo que hablarme como le hablaría a cualquier amiga, y mi miedo a ser normal lo llevo desde que nací y eso va a estar siempre conmigo, pero intento darme tregua y darme aire.

Reflexiona sobre las críticas que recibe y afirma que muchas de ellas vienen por haber triunfado viniendo de un barrio obrero como Vallecas (Madrid). ¿Esos odios que percibe son clasismo o de dónde cree que proceden?

Creo que las críticas que recibo es porque no he tenido padrino ni madrina y no saben muy bien dónde señalar mi éxito, no se creen que una chica de barrio, de Vallecas, y de familia súper humilde, pues haya llegado a lo que ha llegado, y que haga lo que le dé la gana todo el rato. Nunca me he planteado si eso es clasismo o no, quiero pensar que no, porque me parecería absurdo. Ojo, que esta reflexión la sigo haciendo yo porque la verdad es que no sé lo hay en mí que molesta tanto a la gente.

«Mi gran problema han sido las expectativas», confiesa ¿Cómo se imaginaba esto de la maternidad y hasta cuándo dura el post parto?

Mis expectativas son siempre en cualquier tema, no solo en la maternidad. En la maternidad, no es que pensara que iba a ser todo más sencillo, que iba ser de color de rosa. Sabía que iba a tener mis problemas pero creía que iba a poder con ellos, y que los miedos que iban a surgir iba a poder con ellos. Pero me han surgido muchos miedos a la vez y me he quedado en shock, no sabía ni por dónde salir. Ya veo un poco la luz, que van entrando al pozo negro en el que estuve metida, pero las expectativas me las voy a seguir haciendo, porque soy muy perfeccionista, proyecto mucho y me imagino cómo tienen que salir las cosas y si no salen así, pues entonces no estoy satisfecha. Estoy trabajando en ser más flexible. Lo que dura el post parto depende de la mujer. Me estoy leyendo un libro de la doctora Susana Carmona, que se titula «Neuromaternal», donde explica muy bien el cerebro de la mujer, cómo nos cambia. Dice que dura entre dos y cinco años, pero depende de muchas cosas. En mi caso han pasado once meses y me siento muy «postpártica».

Entre los agradecimientos, además de a su hija y a sus padres, destacan sus palabras hacia su marido. ¿Cuánto ha sumado Dabiz en estos meses de subidas y bajadas?

Dabiz ha sido y es un compañero increíble. Estoy feliz de tenerle a mi lado, de que me dé la mano cada día, que haya tenido y siga teniendo la paciencia, porque muchas veces me pregunta por qué lloro y no sé ni siquiera explicárselo. Estoy feliz de que nos encontráramos hace tantos años y hayamos formado la familia tan bonita como la que tenemos. Estoy muy orgullosa de él como padre, como marido, como cocinero. Es una persona increíble. Me siento muy afortunada de tenerle a mi lado en esta aventura. Soy muy feliz.

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