Operación Zapatero

Operación Zapatero

Tras su derrota en las elecciones generales, lo peor que podía ocurrirle a Maduro es que el vencedor, Edmundo González Urrutia, permaneciera en Caracas, en medio de una agobiante presión nacional e internacional. Todas las cosas tienen su límite. Maduro no podía encarcelar a Edmundo y mucho menos torturarle o asesinarle. La reacción de las democracias occidentales hubiera ahogado al mandatario bolivariano.

Pero llegó José Luis Rodríguez Zapatero. El expresidente del Gobierno español, de acuerdo con el régimen y tal vez con Pedro Sánchez, puso en marcha una imaginativa operación política que resolvió con innegable habilidad. Significaba un servicio inmenso a Maduro y un golpe a la resistencia democrática. Certeramente jugadas las bazas del riesgo que zarandeaba a Edmundo González y a su familia, el presidente electo, el triunfador de las elecciones, se sometió a las presiones que los dirigentes chavistas le hicieron en la Embajada de España, plegándose, con explicable cobardía, a todo lo que le exigieron.

Cuando Edmundo González Urrutia subió al avión militar español, José Luis Rodríguez Zapatero se frotó las manos. Había hecho a Maduro el mayor servicio, merecedor de rendidos agradecimientos. La experiencia política de Zapatero y su sagacidad negociadora brillaron una vez más en el entorno venezolano. El expresidente del Gobierno español no engañó a nadie. Al servicio de Nicolás Maduro y de Pedro Sánchez, ideó y consumó una operación magistral que despejó los horizontes emborrascados de la situación límite en Venezuela.

Algunos advertimos enseguida quién estaba detrás del exilio de Edmundo González Urrutia. Aparte de la embajada española en Caracas, el artífice de la operación no podía ser otro que José Luis Rodríguez Zapatero. Lleva muchos años rindiendo servicios de alcance a Caracas. En esta ocasión ha rizado el rizo y, frente a los que le zurran la badana, frente a los que le desdeñan y caricaturizan, Zapatero ha demostrado su capacidad para la intriga, para la transacción y para las maniobras enmascaradas. Nada más absurdo que desdeñar sus cualidades negociadoras. Es un maestro y lo ha demostrado de nuevo y de forma radiante.

Luis María Anson, de la Real Academia Española.

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