Adiós, literatura de chicas tristes: Sally Rooney (también) abraza al ‘incel’

Adiós, literatura de chicas tristes: Sally Rooney (también) abraza al ‘incel’

Peter, un atractivo y elegante abogado dublinés antidesahucios de 32 años que habla como los presentadores de la tele y se cree más feminista de lo que es, piensa que Ivan, su hermano pequeño de 22 años con ortodoncia y ropa fea de segunda mano, un genio temprano del ajedrez que ya no lo es tanto, es “anormal”. Primero creyó que era uno de esos seres asexuales de los que se hablan, pero aparcó ese juicio cuando una de sus primeras novias le dejó caer que Ivan era un “rarito” por embobarse con sus curvas. Con la afición de Ivan a ver vídeos de misóginos y visitar webs antifeministas, de “anormal” pasó a “fascista” cuando le dijo que no veía igualitario ni progresista levantarse en el autobús para ceder su asiento a una embarazada. “¿A qué venía tanta importancia solo porque iba a tener un hijo? ¿No está superpoblado ya el norte global? ¿Cómo pueden decir las feministas que quieren la igualdad, si lo que buscan en realidad es que se las considere biológicamente más importantes que a los hombres?”, defendió el pequeño en una pelea de sobremesa. Claro que aquello pasó cuando el padre de ambos estaba vivo y no le habían detectado el cáncer que lo mataría. Ahora Ivan no piensa igual. Tampoco visita esos foros y hasta ha cedido su asiento a una embarazada no por imposición, sino por los sentimientos “bondadosos y tiernos” que le despierta una preñada desconocida. Ivan ha cambiado porque está enamorado y es correspondido. Como esos hombres que se interesan por el feminismo al ser padres de niñas, ese hermano pequeño, al que Peter considera “un asocial incapaz de hablar con gente”, empezará a comprender de forma nueva las relaciones entre hombres y mujeres, una nueva vía con “solidaridad y compasión hacia todos los implicados”.

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