El cambio climático acecha cada vez con mayor intensidad, alterando el equilibrio de nuestro entorno natural y poniendo en riesgo a millones de personas en todo el mundo. La reciente devastación causada por la DANA en la Comunitat Valenciana ha sido un ejemplo tangible y alarmante de los extremos a los que estamos expuestos.
De tal manera que este fenómeno climático extremo ha activado las alarmas en numerosas ciudades europeas, que se ven ahora obligadas a tomar medidas preventivas más rigurosas, conscientes de que situaciones similares podrían golpear sus territorios en cualquier momento.
Así, este ha sido un hecho tangible de que Europa se enfrenta a un reto de prepararse para eventos meteorológicos de intensidad creciente y trabajar en planes de acción que eviten catástrofes como la ocurrida en España, en un esfuerzo por salvaguardar la vida y los recursos de sus habitantes frente a las inclemencias del cambio climático.
Cómo se preparan las ciudades de Europa ante catástrofes como la DANA
El desastre ocurrido estos días de atrás en la Comunitat Valenciana ha hecho reflexionar a la comunidad europea sobre cómo se debería actuar ante una catástrofe similar. Sin embargo, hay capitales europeas en las que ya existen unos protocolos preestablecidos para casos de climatología adversa.
Este es el caso de Praga, la capital de la República Checa, donde existe un protocolo a seguir cuando se producen lluvias abundantes y el río Moldava se desborda. Y es que los checos aprendieron de sus errores y de su falta de preparación tras la última crecida del río de gravedad en el año 2002, cuando el agua alcanzó más de dos metros de altura.
Desde entonces, cada vez que se alerta de una creida importante del Moldava, con riesgo inminente y extremo de desbordamiento, las autoridades checas ordenan la implantación de unos diques de contención a lo largo de toda la orilla del cauce del río, para tratar de evitar que el agua entre directamente a la ciudad, ya que el Moldava atraviesa la capital.
Así, gracias a una banda metálica instalada a lo largo de todo el cauce del río que transcurre por la zona urbana, los servicios de emergencia solo tienen que asegurar los diques en dicha banda para que el agua no logre penetrar en la ciudad y cause otra catástrofe similar a la de 2002.
De esta manera, la última alerta extrema por inundaciones debido a la crecida del río Moldava fue emitida el pasado mes de septiembre, cuando se esperaba que el desbordamiento causase estragos parecidos a los ocurridos hace 12 años. Sin embargo, después de que los servicios de emergencia instalasen los diques de contención, la crecida no fue tan aparatosa como se esperaba, por lo que no hubo que lamentar consecuencias.