Aunque Dinamarca empata con Eslovenia, el cuento de Eriksen tiene un final feliz

Aunque Dinamarca empata con Eslovenia, el cuento de Eriksen tiene un final feliz

Acababa de marcar gol y, después de un festejo tan liberador como energizante, piel de gallina y momento que a uno le reconcilia con la vida y sobre todo con el balón, Christian Eriksen recibió el abrazo de sus compañeros. Era algo más que un tanto. Pero para él ya había terminado la algarabía porque en la cabeza tiene una pelota, porque ve el fútbol con una clarividencia que el resto apenas imagina. Movía las manos, señalaba zonas del tapete y organizaba a los suyos para lo que estaba por venir porque siempre entendió que el pasado no define al futuro. Una máxima que aclaró Eslovenia porque se llevó el empate y, sobre todo, que el 10 danés hizo buena en Stuttgart, toda vez que su cuento en la Eurocopa tuvo un final feliz.

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