No hubo broncas en público ni insultos, como había ocurrido dos meses atrás en la visita del presidente ucranio, Volodímir Zelenski. Al contrario, la primera reunión entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el primer ministro de Canadá, Mark Carney, este martes en el Despacho Oval se desarrolló con un refinamiento exquisito. Pero los graves desacuerdos entre ambos sobre aranceles, la relación comercial y el interés del republicano por anexionar el país vecino quedaron expuestos de modo casi más descarnado que si la hubieran emprendido a gritos. Suave, pero tajantemente, el antiguo gobernador de los bancos centrales de Canadá e Inglaterra zanjaba la cuestión de la soberanía canadiense: “Hay sitios que simplemente no están en venta… [Canadá] no está en venta, y no lo va a estar jamás”. El republicano le respondió con tono divertido: “Nunca digas nunca”.
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