Cuando el arte y la gastronomía conviven en una misma galería

Cuando el arte y la gastronomía conviven en una misma galería

A un paso de la Plaza Mayor, de la Puerta del Sol y de Atocha, en la misma plaza que le da nombre, encontramos uno de los mercados municipales de la región pionero en muchas cosas. El Mercado Municipal de Antón Martín fue el primero en apostar por el «street art» –arte callejero– y por incluir los puestos gastronómicos en su oferta. Su fachada está custodiada por «Isabellita», del artista irlandés Fin DAC y los restaurantes que alberga han conseguido posicionarse en la alta oferta gastronómica de la ciudad.

Hasta llegar a esto, desde su nacimiento en 1941, la galería ha pasado por muchas etapas. Mercedes Moyano, su gerente desde hace 34 años, ha sido testigo de muchas de ellas. Cuando ella llegó, la situación era la de un mercado tradicional en decadencia. «Recuerdo que sólo con ver la fachada, me daban ganas de darme la vuelta, pero luchamos todos a una, hicimos campaña, mucha publicidad, luchamos para que reflotara… y poco a poco lo conseguimos». Recuerda que, de los tres pisos que lo conforman, la última planta era en la que peor situación se encontraba, por eso decidieron darle una nueva vida que no hiciese daño a la actividad del mercado. Así nació su colaboración con el Centro de Flamenco «Amor de Dios», una de las escuelas de flamenco más importantes de Europa y por la que han pasado y pasan, las grandes figuras de este arte.

Por entonces, las otras dos plantas estaban dedicadas al comercio tradicional, el gran afectado por la crisis de 2008. «La venta empezó a caer y tuvimos que meter nuevas actividades como son los puestos de gastronomía. A medida que cerraba un pequeño comercio abríamos uno de restauración. No porque quisiéramos, sino porque ya nadie quiere ser pescadero, frutero o carnicero», apunta Moyano, «la gente se piensa que de la gastronomía se puede vivir, pero yo soy de las que piensa que lo primero que hay en esta vida es la alimentación. Si el ser humano no come productos de calidad, no vive». Por eso, desde el mercado trabajan en la concienciación del público de la necesidad de comprar en los mercados y en las tiendas de barrios para que haya vida.

En la actualidad, el mercado puede presumir por ser de los pocos que tiene todos sus puestos completos. Cerca del 50% son de restauración y ofrecen una oferta gastronómica que también ha conseguido posicionarse por su gran calidad. Cocina mexicana, italiana, peruana o mediterránea pueden degustarse entre sus puestos, además de cafés y diferentes dulces. «Gracias a nuestra excelente ubicación contamos con turistas extranjeros, vecinos y turistas locales. Lo más importante es el turista de Madrid. Quiero que esto sea la plaza del barrio donde la gente venga a comprar, a relacionarse y a hacerse amigos, porque hay mucha gente que está sola en el centro de la ciudad».

Esto es algo que ocurre, prácticamente a diario, en Donde Sánchez, una tienda delicatessen con barra de degustación. Su apertura, hace once años, la convirtió en la primera tienda de este tipo en un mercado en la Comunidad de Madrid. Su propietaria Paz Sánchez, recuerda la transformación del mercado: «Fui la primera persona que hizo algo un poco diferente aquí, hubo muchos cierres de puestos tradicionales y muchas nuevas aperturas. Creo que lo mejor que tiene el mercado es su gente». En el momento en el que nos encontramos con ella, en su barra están unas clientas habituales, un cantante de ópera que actuará en el Teatro Real y un arqueólogo que vive en Emiratos Árabes y que acaba de llegar a la capital. «Siempre que llegan es muy diverso y muy divertido. Eso es lo que más me gusta, que aunque sean muy diferentes todo el mundo se relaciona entre sí».

Por su parte, Fernando García es de los más veteranos del mercado: lleva 38 años al frente de su frutería. «Últimamente la gente no viene mucho al mercado y es algo malo, un barrio sin mercado, no es barrio», sostiene. Sin embargo, es de los que defiende que el trato personal y cercano que ofrece a sus clientes no se encuentra en otro lado. «Es necesario que la gente sea consciente de que lo que ofrecemos aquí es calidad, cercanía y experiencia». La llegada de los puestos de hostelería cree que ha beneficiado a la afluencia de clientes en la galería y que, si no hubiese sido por ellos, el Mercado de Antón Martín «hubiese cerrado».

«La parte tradicional y la de gastronomía, que ha ido llenando esos huecos que se han quedado vacíos, somos dos sectores que nos combinamos perfectamente», asegura Javier Casado, propietario de Pollería Casado, a este periódico. Es de los pocos puestos que ha seguido el relevo generacional, perteneciendo a la tercera generación, y ha sido testigo de la evolución que ha tenido Mercado de Antón de Martín. «El mercado sigue vivo. Creo que mercados como este, en una situación privilegiada, tienen un futuro prometedor, siempre y cuando sigamos evolucionando con la sociedad y a sus nuevos hábitos de compra».

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