“Bueno, me lo creeré porque me lo dice un periodista, pero no contaba mucho con ello”. Elisa Moya, trabajadora transfronteriza en Gibraltar, era tan escéptica con que el acuerdo entre el Reino Unido y España que ahora hasta vacila en creérselo. La empleada, de 52 años, acaba de salir del hotel en el que trabaja desde hace apenas un mes y se topa con la noticia nada más atravesar esa frontera que el apretón de manos de este miércoles promete hacer desaparecer. Le gusta como suena la música, pero quiere conocer la letra. En su caso, la estrofa en la que debe hablar “qué pasará con las pensiones de los trabajadores transfronterizos en España”. “No me planteo que este sea mi trabajo para siempre; justo por eso, si el acuerdo las garantiza, lo vería de otra forma”, avanza la española, antes de perderse por la avenida que conecta el paso fronterizo con La Línea de la Concepción.
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