Juana Rivas era la dependienta de la sección de Deportes del Corte Inglés de Granada que más bicis vendía. Sus jefes estaban contentos pero a ella le «ahogaba» el pensamiento de verse así toda la vida, quería ver mundo y decidió probar suerte en Londres. Encontró trabajo de camarera y meses más tarde, en 2004, conoció en una sala de música en directo a Francesco Arcuri. No era su «prototipo» pero el italiano, quince años mayor que ella e hijo de un reputado periodista de «La Repubblica» afincado en Génova, logró conquistarla.
Tras convivir allí casi dos años, Juana se quedó embaraza de Gabriel y decidieron mudarse a Granada. El niño nació en 2006 y, unos tres años más tarde, el 9 de mayo de 2009, podría fijarse el primer punto de esta historia de maltrato. Aunque Juana relataría más tarde que, como siempre ocurre, ya habían pasado cosas antes, fue esa noche cuando, al volver a casa después de salir a tomar algo con unas amigas, Francesco la agredió. Al día siguiente, cuando una amiga la vio con moratones, la obligó a ir la médico, éste dio parte a la Policía siguiendo el protocolo y así se inició la primera denuncia contra Arcuri. Más tarde el italiano reconoció, antes de entrar a juicio, que la había «cogido del cuello» y aceptó una condena de tres meses de prisión y más de un año de alejamiento. La guardia y custodia del menor se otorgaba a la madre.
Segundo capítulo
Juana trató de rehacer su vida pero un año más tarde retomó el contacto con su ex vía Skype para que hablara con el niño. Arcuri trató de volver a engatusarla y volvió a Granada. Se fueron juntos de viaje, él prometió que había cambiado y ella decidió darle una oportunidad. Según las expertas en violencia de género, es la fase «luna de miel», está enmarcado en el ciclo de la violencia de género, ellos se muestran encantadores y ellas lo creen. Es un comportamiento de libro en una víctima y por eso es tan habitual que vuelvan con sus maltratadores, a pesar de que es el punto donde son juzgadas por su entorno, que no entiende.
Ambos decidieron trasladarse a vivir a Carloforte en 2013, donde regentaban un hotel rural y pronto llegó el segundo hijo, Daniel. Aunque para muchos eran una familia «idílica», la vida allí ya era un «infierno» para Juana, según relataría más tarde, cuando tuvo el arrojo de marcharse. Era mayo de 2016 cuando se fue a Granada con sus dos hijos. Y allí, ya en casa, «a salvo», decidió no regresar a Italia en junio, como tenía previsto. Arcuri denunció «sustracción de menores» y la Justicia la obligó a devolver a sus hijos con su padre pero ella, para proteger a los menores de su maltratador decidió desobedecer a la Justicia y esconderse para no entregarlos.
“Juana está en mi casa”
Fue cuando el caso se convirtió en mediático, fue el verano del «Juana está en mi casa», ya que su pueblo, Maracena se volcó en solidaridad con la mujer.
Solo duró un mes porque sus dos recursos al Tribunal Constitucional, pidiendo el amparo de dos menores, fueron archivados. Finalmente Juana entregó a sus hijos y pagó esa desobediencia con una condena de cinco años de cárcel y seis años de pérdida de patria potestad. En la polémica sentencia, firmada por el magistrado Manuel Piñar, acusaba a Juana de «explotar el argumento del maltrato». Aunque en la justicia italiana también se está librando una batalla paralela, aquí en España, el 16 de noviembre de 2021 el Consejo de Ministros aprobó el indulto parcial y rebajó la pena de prisión a un año y los seis años de inhabilitación fueron conmutados por 180 días de trabajos para la comunidad.
En junio de 2022 el hijo mayor de Juana, Gabriel, ya de 14 años, decidió irse a vivir Granada con su madre pero el futuro de Daniel, que aún vive con su padre, está en el aire. Vino a España en vacaciones de Navidad y no quiere volver. Ambos relatan un infierno de malos tratos junto a su padre. Ahora una jueza ha escuchado por primera vez al pequeño y aprecia «riesgo extremo» por su vida. Ha suspendido su regreso de forma cautelar pero aún tienen que resolver algo en firme. Y es que estas mismas vacaciones, cuando Daniel, de 11 años, vino a pasar las navidades a España con su hermano y su madre, volvió a relatar el pánico a su padre. Decía que le había instalado aplicaciones en el teléfono para escucharles y geolocalizarles y decidieron irse a Málaga, donde denunciaron la situación. Aunque tenía que ser la jueza del Juzgado de Violencia Sobre la Mujer 2 de Granada la que debe resolver qué hacer con el menor, la magistrada en funciones de guardia decidió que el menor se quedaba, de momento, en España. Desde el Ministerio de Juventud e Infancia manifestaron sentir “alivio” ante la decisión judicial, que pedía también la Fiscalía. Pero no solo la integridad moral y física de Daniel está en peligro, Juana es ahora víctima de violencia vicaria, ya que el daño que está ejerciendo su padre contra el menor es la única forma que tiene Arcuri para seguir ejerciendo violencia contra la mujer: darle donde más le duele.
Pero, desgraciadamente para Rivas y para su hijo, el viernes sufrieron un nuevo revés judicial. Cuando la titular del Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 2 de Granada, Aurora Angulo, cogió el caso, consideró que aquello no era violencia vicaria, que no era violencia de género sino doméstica (ejercida contra el niño) y que, por tanto, no le competía a ella resolver nada. Así que ahora se abre un nuevo conflicto judicial para ver a quién le compete, entonces, decidir sobre el caso del pequeño daniel. Mientras, eso sí, el pequeño seguirá en España.
Desde Aránguez Abogados cargaron duramente contra la jueza Angulo porque ya había tenido relación con el periplo judicial de Rivas. “Esta es la jueza que archivó en un cajón la denuncia que cursó Juana Rivas nada más llegar a España, huyendo de su maltratador, en fecha 12 de julio de 2016. En concreto, dictó el Auto de fecha 20 de julio de 2016, por el cual se acordaba el archivo de las actuaciones. De esta forma se incumplía flagrantemente el artículo 17 del Estatuto de la Víctima, según el cual esta jueza debía haber ordenado la traducción de dicha denuncia, y la tendría que haber remitido a Italia. No lo hizo hasta más de un año después, en concreto el día 3 de agosto de 2017, cuando Francisca Granados desde el Centro de la Mujer del Ayuntamiento de Maracena se dirigió a múltiples instancias administrativas y judiciales, denunciando ese lamentable error judicial”.
Para el despacho de abogados, “Ocho años después el “caso de Juana Rivas”, y la protección de su hijo menor, vuelven a estar en manos de la jueza Aurora Angulo. Desde Aránguez Abogados sostienen que “tras la exploración del menor ante una Jueza de Guardia, el pasado martes, en las que Daniel relató la violencia física y psíquica que ha ejercido su padre sobre él y el terror que siente ante la idea de retornar a Italia, la jueza Angulo, dicta un auto por el cual considera que los hechos no son constitutivos de violencia de género, y que no resultan de su competencia. También ha dictado otro Auto por el cual deniega las medidas de protección legalmente previstas en el artículo 158 del Código Civil al hijo menor de la pareja Arcuri Rivas”. Ambas decisiones son de fecha 9 de enero, y fueron notificadas ayer por la tarde a los abogados de Rivas.
Desconocimiento de la violencia vicaria
Para el letrado, “es un hecho gravísimo que una magistrada especializada en violencia de género no comprenda lo que es la violencia vicaria, que consiste en dañar o controlar a los hijos para hacer sufrir a la madre”. “Por supuesto, este nuevo conflicto de competencia dilata injustificadamente el procedimiento (una vez más), pero en absoluto altera la medida cautelar adoptada el pasado martes. Daniel se queda aquí, y seguiremos luchando incansablemente para que esa decisión provisional se convierta en definitiva”. “Y mientras diferentes tribunales españoles e italianos siguen discutiendo sobre a quien le corresponde decidir, Daniel que ya está escolarizado en España, celebrará el sábado su undécimo cumpleaños en la casa en la que quiere estar y con quien quiere estar”, explican desde el despacho.