El monasterio ligado a la leyenda del Cid que derramó sangre y acogió un campo de concentración

El monasterio ligado a la leyenda del Cid que derramó sangre y acogió un campo de concentración

En la provincia de Burgos se encuentra una abadía trapense con mucha historia y muy ligada a la figura legendaria de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid, ya que durante varios años sus restos, junto con los de su mujer Jimena reposaron aquí. Nos estamos refiriendo al monasterio de San Pedro de Cardeña, fundado por los monjes benedictinos en el año 899, y convertido en un importante centro cultural y espiritual en los siglos posteriores. Un recinto con mucha historia.

 

Situado en Castrillo del Val, a solo diez kilómetros del centro de Burgos es Monumento histórico-artístico desde el año 1931. En el siglo X los monjes que lo habitaban fueron martirizados por musulmanes, siendo canonizados en 1603 conocidos como los “Mártires de Cardeña”. La historia tiene su tono épico. Los musulmanes querían todos los tesoros que pensaban que existían allí a lo que el abad les respondía que el mayor tesoro eran los corazones de los monjes, unos 200 que vivían allí. La respuesta no gustó, por lo que asesinaron a todos ellos, saqueando el monasterio y arrasándolo hasta los cimientos.

Al siguiente año, en el mismo día del aniversario de su muerte, el suelo del claustro se llenó de sangre, que como señala Alfonso X el Sabio, curaba gravísimas heridas. Un milagro que se repetiría durante más de 500 años, hasta la fecha de la reconquista y con los musulmanes expulsados por parte de los Reyes Católicos. Fue entones cuando la sangre dejó de manar.

Fue saqueado en varias ocasiones, incluidas las tropas francesas en el siglo XIX. Posteriormente sería abandonado en el año 1836 tras la desmortización y siendo ocupado, a partir de entonces, por distintas órdenes religiosas.

Durante la Guerra Civil española fue utilizado como campo de concentración franquista para prisioneros republicanos, llegando a albergar a más de 4.000 prisioneros y en noviembre de 1939 cerraba sus puertas. En el año 1942 se restauraba la vida monástica gracias a monjes cistercienses llegados de San Isidro de Dueñas, y en 1967 un violento incendio destruía más de la mitad del monasterio.

Desde entonces, el edificio ha sufrido numerosas restauraciones. En su austera fachada, resalta la estatua del Cid, donde se pueden apreciar desperfectos provocados por las tropas francesas durante la ocupación. Cuentan que los restos del Cid fueron desperdigados en tales momentos e incluso sustraídos por soldados gabachos como souvenir. Hoy se puede ver en la capilla-panteón los sarcófagos del Cid y doña Jimena, esculpidos en el siglo XII por orden de Alfonso X el Sabio, aunque los restos subyacen bajo el crucero de la Catedral de Burgos.

El monasterio cuenta con una torre cidiana, donde se pueden ver las distintas evoluciones del estilo románico; el claustro de los mártires, cuya decoración recuerda a los de la mezquita de Córdoba o una iglesia muy austera, con una fachada barroca, y que consta de tres naves. En la “Capilla de los Héroes” se encuentran los nombres de reyes y familiares del Cid.

El Cantar del Mío Cid ha propiciado que este lugar sea el epicentro del mundo cidiano, con un gran número de leyendas, como la de Babieca, donde en una explanada hay un monolito dedicado a su figura ya que la tradición cuenta que allí fue enterrado el caballo del Cid.

Y como curiosidad, en este monasterio se conserva la bodega románica más antigua de España, elaborándose el tinto Valdevegón al igual que el licor “Tizona del Cid”, elaborada a partir de 30 hierbas. En 2016 se convirtió en el primer monasterio español en producir cerveza trapense.

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