El nazi de Lérida y la espía que casi cambia de bando por la muerte de su perro: lo que no sabíamos de Normandía

El nazi de Lérida y la espía que casi cambia de bando por la muerte de su perro: lo que no sabíamos de Normandía

En plena Segunda Guerra Mundial, D. D. Eisenhower, como comandante supremo de las Fuerzas Aliadas, y B. L. Montgomery, en calidad de comandante del XXI Grupo de Ejércitos, emprendieron la tarea de planificar la invasión de Normandía, le región al noroeste de Francia y bordeada por el canal de la Mancha, que se había elegido para penetrar en territorio nazi y liberar Europa de las garras de Hitler. «Overlord sería la operación anfibia más grande de la historia, con más de cinco mil barcos, ocho mil aviones y ocho divisiones en la primera oleada. El nerviosismo, el llamado “canguelo del Día D”, era considerable», según cuenta Anthony Beevor en su libro sobre aquella contienda armada que sin cesar genera nueva bibliografía.

Buena prueba de ello es una novedad de las últimas semanas: «El día D de Churchill. La génesis, ejecución y secuelas del día D a través de los ojos del propio Winston Churchill» (editorial Crítica), de Allen Packwood y Richard Dannatt. No en vano, se ha escrito mucho acerca de las dudas respecto al plan de invasión a través del canal de la Mancha y que en principio se opuso a la operación. Por otra parte, acaba de aparecer un trabajo de Pere Cardona y Manuel P. Villatoro, «Lo que nunca te han contado del Día D», en que se pretende desvelar detalles aún inéditos alrededor de las misiones –que, sin temor a equivocarse– se podían calificar de suicidas, que hubieron de afrontar los Aliados el 6 de junio de 1944: el «Día D».

Los autores explican los preparativos de la operación, que comenzó a concebirse en la Conferencia de Teherán de 1943, cuando los aliados deciden invadir la Francia ocupada como primer paso de la liberación de Europa. En el libro se abordan detalles que complementaron la planificación estratégica, como la tarea de desinformación, lleva a cabo por la Doble Cruz «un reducido grupo de hombres y mujeres encargados sembrar de engaños las informaciones que les llegaban a los alemanes y sin cuya labor la invasión hubiera sido imposible». Entre ellos estaba, claro está, Joan Pujol, el famoso doble agente español al que apodaron «Garbo» y que fue clave para desorientar a los alemanes aquel día.

Un leridano nazi

Cardona y Villatoro también destacan lo importante que fueron los planeadores, «un arma revolucionaria cuyo desarrollo nació y murió en la Segunda Guerra Mundial. Prestaron un importante servicio a los aliados, si bien su peligrosidad los llevó a ser denominados por muchos soldados como “ataúdes”». Asimismo, se habla de un grupo de militares de coraje inigualable, los Rangers, un cuerpo de élite del ejército estadounidense encargado de las misiones más peligrosas. De entre ellas, la de la playa de Omaha, donde se libró la sangrienta batalla que ha hecho correr ríos de tinta. Los hechos conocidos que contextualizan cada fase de la operación se combinan con asuntos mucho más ocultos hasta la fecha. Por ejemplo, el caso de un español, el soldado Alberto Winterhalder, que luchó en el bando alemán durante aquellos días.

De este joven leridano, de padre alemán y madre española, y que se unió en 1942 a las tropas nazis, se aporta un testimonio inédito hasta la fecha: un extracto de sus memorias, lo que sirve para captar el punto de vista de un luchador germano durante el más célebre de los desembarcos. Este, por supuesto, ha nutrido el mundo del cine de forma abundante, de lo cual también se hacen eco estos historiadores, que apuntan que el celuloide ha popularizado el Día D tras tantas escenas en que se puede «viajar en el tiempo para ver desembarcar a la infantería norteamericana en la playa de Omaha o saber cómo asaltaron las unidades paracaidistas la ciudad de Carentan bajo el intenso fuego de las ametralladoras MG 42». Este tipo de episodios guerreros acabaron en la gran pantalla gracias a películas como [[LINK:EXTERNO|||https://www.larazon.es/cultura/historia/20220606/atvuqzg6frhplf6z2rzvna4ese.html|||«Salvar al soldado Ryan»]] o a series como «Hermanos de sangre»: historias que, «a pesar de haber sido reescritas, están basadas en vivencias que en la mayoría de los casos superan la ficción».

Los autores afirman que, si hay algo que se ha pasado por alto sobre el Día D es que, pese a ocurrir en suelo francés, estuvo protagonizado por personas de diversas nacionalidades. Ejemplo de ello fue «la contribución de una francesa de ascendencia peruana, Elvira de la Fuente. Esta agente doble consiguió, gracias a sus armas femeninas, crear el desconcierto entre los alemanes al convencerles de que la invasión se iba a llevar a cabo en un lugar erróneo». También escriben sobre la rusa Natalia Sergueiew (apodada Tesoro), una espía que trabajaba para los Aliados y que «estuvo a punto de cambiarse de bando y desvelar los secretos de la operación cuando supo que su perro había muerto por culpa de la ineptitud de los mandos británicos». Por suerte, añaden los historiadores, el rencor no dio al traste con la operación, en la que colaboraron hasta unos estudios de cine para engañar a los germanos.

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