Bután es un país donde los hombres todavía visten ropas de estilo medieval, las leyes siguen el budismo tibetano y el viajero puede sentirse como en una época muy lejana al siglo XXI. Un lugar con un modelo turístico que apuesta por menos cantidad y más calidad (imponiendo una tasa de 100 dólares diarios para cada turista) y por las experiencias sin prisas, y que se aleja del estilo mochilero de Nepal o la India. Bután sigue siendo un rincón casi oculto al resto del mundo. Como cualquier destino, tiene unos puntos de obligada visita, casi todos en el oeste, como el valle de Paro, la pequeña capital, Timbu, o los dzongs (templos-fortaleza) más espectaculares, pero si uno se desvía un poco de ellos puede encontrar una experiencia todavía más auténtica, con tempos exquisitos, alojamientos particulares y valles donde estar a solas.
Más información en la guía Lonely Planet de Bután y en la web lonelyplanet.es.