El show de Montero

El show de Montero

Qué bochorno las últimas imágenes que nos han llegado del Parlamento italiano, con escenas de violencia extrema por culpa de una simple ley (se debatía una norma que da autonomía «diferenciada» a sus regiones, ya ves que en todos sitios cuecen habas). Qué poca vergüenza la de ese diputado de la Liga italiana, golpeando en la cabeza a otro del Movimiento 5 Estrellas que, a su vez, había azuzado previamente a un tercero con la bandera de su país y, a continuación, observa cómo se van sumando a la trifulca otros tantos parlamentarios, pura testosterona en acción, hasta que por fin se llevan de la Cámara al de la bandera… herido, en silla de ruedas. Antes de aquello, otro parlamentario había sido expulsado por hacer un saludo fascista. Una observa a esos políticos enloquecidos de Italia y piensa, irremediablemente, en los nuestros. Los italianos nos llevan varios años de ventaja en esto del populismo y, de alguna manera, nos están sirviendo de aviso de lo que podemos llegar a presenciar aquí. No veo tan lejano ese peligro, en vista de las escenas de insultos crecientes que soportamos los españoles de sus señorías, cada semana, en el Hemiciclo. Lo de la última sesión de control al Gobierno fue de traca. Para empezar, porque nuestro presidente del Gobierno, más que a contestar preguntas, se dedica a desplegar el argumentario «anti PP» de la semana, que luego repiten sus ministros, como papagayos. Da igual que el PSOE haya vuelto a perder unas elecciones: la autocrítica en público está prohibida en el sanchismo. Los ministros socialistas deben emular a la Pantoja (dientes, dientes), comportarse como ganadores y desplegar chulería. Esta semana, concretamente, tenían que añadir a cualquiera de sus respuestas el mantra de la hidra ultraderechista de tres cabezas -la imagen del bicho ya, de entrada, da repelús-, y mencionar, en lo posible, a los antisistemas de Alvise. Sánchez decidió no extenderse en el Hemiciclo, guardarse sus noticias bomba para TVE. Noticias que comentaremos más profundamente en próximas semanas, como el plan para renovar el GCPJ que tan «aterrador» le resulta al presidente del CGPJ. O la ley de regeneración democrática, pensada para controlar los posibles «bulos» de los medios de comunicación (esto último me suena a régimen bolivariano). Pero vaya, volviendo al asunto de la Italia parlamentaria, no me digas que nuestra vicepresidenta primera no está a la altura de las circunstancias. El show semanal de María Jesús Montero, reconvertida en presidenta hiperactiva del club de fans de Pedro Sánchez, tocando palmas como si no hubiera un mañana, jaleando continuamente al presidente, no tiene desperdicio. Esa mirada suya, retando a los de la bancada contraria con la barbilla alzada… De eso a las manos… no queda tanto.

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