«Alberto –me dijo ayer un peso pesado de Génova– no puede seguir a la defensiva. Pedro Sánchez casi siempre va por delante. Se anticipa demasiadas veces. Estaba claro que los partidos de extrema izquierda, con el visto bueno del PSOE y la colaboración de ciertos sectores sindicales, así como medio centenar de asociaciones financiadas por el sanchismo, organizarían una manifestación para culpar a Mazón, es decir, al PP, de la desastrosa gestión de la dana valenciana. Alberto tenía que haberse adelantado en lugar de batirse a la defensiva».
En el último año, Alberto Núñez Feijóo ha mejorado mucho desde mi punto de vista. Se ha zafado en gran parte de los condicionamientos autonómicos y provincianos para convertirse en un presidente nacional. Se ha dado cuenta de la capacidad trilera de Pedro Sánchez y ha demostrado ser un buen dialéctico en el Congreso de los Diputados. Sigue rodeado, salvo alguna excepción, de los «agradaores» gallegos y, efectivamente, en lugar de tomar la delantera y anticiparse a las maniobras sanchistas se bate generalmente a la defensiva.
Todos los sectores de la vida nacional están de acuerdo en que lo primero es articular eficazmente la ayuda a los pueblos devastados por la gota fría. Estaba claro, sin embargo, que la izquierda y la extrema izquierda montarían una maniobra para descargar sobre el presidente Carlos Mazón y sobre el Partido Popular la responsabilidad política de los errores cometidos en el tratamiento de la catástrofe. No hubiera sido difícil para el centro derecha que hasta las ranas del estanque del Retiro pregonaran que la dana exigía la inmediata declaración del estado de emergencia y la movilización del Ejército. El PP pudo anticiparse con una manifestación exigiendo la dimisión de Pedro Sánchez. El presidente del Gobierno, enfrascado en sus problemas personales, ha pensado sustancialmente cómo aprovechar la tragedia para robustecerse en su poltrona monclovita. Ha tenido incluso el tupé de condicionar la ayuda económica a Mazón a que Feijóo aprobara los Presupuestos Generales del Estado.
El centro derecha español no puede seguir zarandeado por la izquierda y la extrema izquierda controlada por partidos separatistas y proetarras. Se comprende que políticos serios, de lealtad incuestionable a Génova, se muestren cada día más inquietos y repasen los errores cometidos por Feijóo a partir de las elecciones autonómicas y municipales del 28 de mayo, en las que el PSOE sanchista fue aplastado por el Partido Popular.
Luis María Anson, de la Real Academia Española