Feijóo debió ofrecer cien diplomáticos para la paz

Feijóo debió ofrecer cien diplomáticos para la paz

La guerra es siempre una atrocidad. No existen ni siquiera guerras santas ni guerras patrióticas ni guerras defensivas que se puedan aceptar. Al hablar las armas, se desencadena la parte más miserable de la condición humana, el salvajismo incontrolado, las insólitas atrocidades, los actos ofidios. En mi primera juventud fui corresponsal de guerra. Cubrí en siete ocasiones la guerra de Vietnam, en dos la de Camboya, en dos las de Israel y en una la del Congo. He tenido conocimiento directo de los desmanes -Goya al fondo- que la guerra provoca y me quedo atónito cuando contemplo cómo naciones serias, entre ellas España, contribuyen con armamento y dinero a que la guerra prosiga en Ucrania.

Alberto Núñez Feijóo, en lugar de balbucear palabras inciertas, debió proponer lo que tiene sentido común, lo que ha hecho el Papa Francisco y el presidente Lula. Frente a los mil millones de euros en armas del sanchismo, decisión tomada por el César sin pasar por el Congreso de los Diputados, Feijóo debió ofrecer cien diplomáticos expertos para negociar la paz. Lo que necesitan Ucrania y Europa son negociadores por la paz, no financiadores de la guerra. Una miríada de diplomáticos de distintos países debería desplegarse por todo el mundo para negociar y establecer una fórmula de paz que termine con la salvaje hemorragia que zarandea a los ucranianos.

No es la primera vez que desarrollo esta idea. No, a la guerra. Sí, a una paz negociada en la que ambos contendientes deberán hacer concesiones. Zelenski sólo pide armas y dinero, en lugar de diplomáticos expertos que negocien el fin de la guerra. Es un actor profesional y ha encontrado un papel de protagonista con eco internacional. No parece dispuesto a renunciar al estrellato. El buen sentido, sin embargo, exige hacerle comprender cuál es la situación actual y la conveniencia para Europa y para Ucrania de que se negocie una paz razonable. Menos armas, en fin, menos ríos de dinero desperdiciado y más diplomáticos y negociadores. Es una lástima que en España Alberto Núñez Feijóo no haya entendido el papel que a la oposición le corresponde.

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