A
lo largo de su historia, Vila Viniteca ha convertido en una tradición
que sus catálogos sean ilustrados por grandes artistas como Miquel
Barceló, Antoni Tàpies, Milo Manara o Francisco Ibáñez, por citar
unos pocos de una gran lista. Pero este año es diferente y el
responsable no es un pintor, como él mismo se encarga de subrayar,
sino un cocinero: Ferran Adrià.
“He
hecho un catálogo intervenido, según la definición que dio Vicent
Todolí cuando vio todo el trabajo que había hecho”, explicó
Adrià en declaraciones a este diario. El responsable del mítico El
Bulli reconoció que “cuando recibí el encargo de Vila Viniteca
dije que no porque yo no soy un artista. Pero pesaba mucho la amistad
que ellos tuvieron con El Bulli, especialmente con quien fue mi socio
Juli Soler. Así que este verano, entre julio y agosto, trabajé en
Cala Montjoi”. El resultado final de ese esfuerzo creativo han sido
varias decenas de dibujos donde, como dijo su autor, “lo importante
es la narración que es comprender la cocina”.
Adrià
reconoció que al final se lo ha pasado bien usando tubos de pintura
y sus dedos para crear sobre el papel en blanco. “No he empleado
pinceles porque no sé pintar”, reconoció sobre una serie de
composiciones que van desde las seis preguntas esenciales “que se
hace todo sápiens: ¿qué?,
¿quién?, ¿cómo?, ¿cuándo?, ¿dónde?, ¿por qué?”
pasando por la evolución de Homo habilis al Homo degustador además
de mapas sobre los miles de vinos blancos, el llamado estilo
Bulliniano, los salmonetes Gaudí o el carpaccio de setas.
No
es la primera vez que sale a la luz este impulso creativo de Adrià
fuera de los fogones. En 2018, con motivo de la exposición dedicada
a la relación entre Picasso y la cocina, el museo del pintor
malagueño en Barcelona presentó sus dibujos realizados en papel de
El Bulli. Cuatro años antes, The Drawing Center de Nueva York
también presentó los dibujos vinculados con la creatividad de Adrià
para los platos de su célebre restaurante. Cuando se le pregunta al
cocinero por algún referente pictórico, además de citar a Miquel
Barceló, le gusta hablar de Picasso, “pero me refiero al Picasso
profesional porque vivía de la creación. Es el único artista capaz
de reinventarse tres o cuatro veces”.
Sobre
el mundo de la cocina apostó por “revisar los modelos de negocio,
desde los restaurantes con tres estrellas Michelin a los de menú del
día. En la cocina catalana tradicional, por ejemplo, ahora hay
espacio para nuevos proyectos, pero hay que facilitar las
herramientas para que esto pueda ser. La suerte es que estamos en un
momento creativo muy alto”. ¿Eso significa que hay presión?
“Presión hay en todo, no solo en la cocina. También la sufre el
editor del New York Times cada día. A nosotros nadie nos dijo que
teníamos que cambiar el menú de El Bulli cada año. Lo hicimos
nosotros. Si cerramos es porque no podíamos ir más allá. Nos lo
pasábamos pipa”.