El Muro de Berlín también denominado el Telón de Acero, era un muro de 155 km que separaba la Alemania Occidental, la RFA, –República Federal Alemana–, de la Alemania Oriental comunista, la RDA, –República Democrática Alemana–. Fue erigido el 13 de agosto de 1961 y estuvo en pie durante 28 años hasta que, sin violencia alguna entre ambos bandos, una marea humana pacífica provocó su desaparición el 9 de noviembre de 1989. Es llamativa la singular coincidencia de hechos que a lo largo de la Historia, sucedieron en esa fecha de hoy, 9 de noviembre, y que tuvieron una intensa relación con lo acontecido ese día de 1989. Uno muy importante es el profético discurso pronunciado por San Juan Pablo II desde Santiago de Compostela, al culminar su primera visita apostólica y despedirse de España, dirigiéndose a Europa. Lo hizo apelando a sus raíces cristianas y a la unidad en torno a su identidad espiritual, precisamente otro 9 de noviembre, de siete años antes, en 1982. Podemos añadir también que esta fecha de hoy es asimismo la fiesta de la Virgen de la Almudena, Patrona de Madrid y que la tradición/leyenda, considera que su imagen fue descubierta en 1085 por el Rey Alfonso VI de León durante la Reconquista, al desprenderse –a su paso por delante de uno de los torreones de la muralla– el fragmento de la misma que la mantenía oculta desde el 712 en que los cristianos –para evitar su destrucción– la habrían ocultado de los musulmanes al comienzo de su invasión de la península. En definitiva, no son unas «meras» coincidencias como afirmó el papa Juan Pablo II con ocasión de que el terrible atentado al que milagrosamente sobrevivió, había precisamente «coincidido» con la fiesta de la Virgen de Fátima, 13 de mayo de aquel año 1981. En estos tiempos que vivimos, en que las guerras en Ucrania y en el Oriente Próximo están de tan dramática actualidad, y la comunidad internacional sólo ofrece –como respuesta a las mismas para alcanzar su final–, más y más armamento, conviene centrar la mirada en aquellos hechos. La guerra en Ucrania con Rusia de actor principal, remite directamente al mensaje de Fátima, donde no se pidió más armamento para impedir una Tercera Guerra Mundial y derribar el Muro de Berlín, sino oración y la consagración de Rusia al Inmaculado Corazón de María. En un Occidente intensamente descristianizado es incluso considerado como propio de mentes desequilibradas el ir en contra de la corriente que considera irracional y ridículo la fe en un Dios Creador y Padre de la humanidad. Y así vamos hacia un precipicio.
