Declarado Monumento Natural en 2011, se compone por dos pequeños islotes: Isla Negra e Isla de Terreros. Ambos están situados al este de la costa almeriense, en el límite con la provincia de Murcia y frente a la población de San Juan de Terreros del municipio de Pulpí.
Isla Negra debe su nombre a la tonalidad que le da los materiales volcánicos de los que está formada, de la misma familia geológica que los de Cabo de Gata, de cuyo conjunto fue separada por la acción tectónica.
Isla de Terreros, en cambio, está constituida por materiales alpujárrides de la cordillera Bética interior y su formación se atribuye a una elevación tectónica. De hecho, ambos islotes son resultado de la intensa acción tectónica que se produce en el sureste peninsular y que tiene su expresión en la denominada falla de Palomares.
El valor ornitológico de las especies que nidifican en los islotes, la pardela cenicienta mediterránea y el paíño europeo, se incrementa con el que le confiere el haber sido plataforma para el asentamiento de una colonia de reproducción de garzas, garceta común y garcilla bueyera, así como gaviota patiamarila.
Los dos islotes que conforman el Monumento Natural se encuentran a poco más de 50 y 700 m, respectivamente, de la localidad de San Juan de los Terreros, perteneciente al municipio de Pulpí, a la que se accede por las carreteras A-332 y A-1205. Ahora bien, por sus características insulares, su interés y la fragilidad de su biodiversidad, no está permitido el acceso al Monumento Natural.
Sin embargo, el equipamiento de titularidad municipal Castillo de San Juan de los Terreros ofrece un extraordinario mirador para contemplarlas. Isla Negra, por encontrarse muy próxima a la costa, tiene un campo visual muy limitado; en cambio, la de Terreros se puede admirar desde toda la pequeña ensenada de San Juan de los Terreros.
Existen algunos caminos que se aproximan a los acantilados frente a Isla Negra, aunque se ha de tener precaución por el riesgo de caídas.
Sus playas, aparte de la riqueza natural, poseen un elevado valor paisajístico. A lo largo del litoral aparecen afloramientos volcánicos que contrastan con las arenas y el azul del mar. Paseando por la costa se pueden ver los antiguos cocederos de esparto, una profesión ya en desuso, con sus viviendas, denominadas terreros, excavadas en las paredes de los acantilados.
La visita a la zona también se puede aprovechar para acercarse al Castillo de la Herradura o el Castillo de San Juan de los Terreros.