Erik y Lyle Menéndez mataron a sus padres José y Kitty Menéndez en su mansión de Beverly Hills, en 1989. Tenían 19 y 21 años, respectivamente. Siete años después, en 1996, Erik y Lyle Menéndez se sentaron en el banquillo de los acusados en un juicio televisado. Fueron condenados a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional. Treinta años después su historia vuelve a la actualidad tras el estreno de la serie “Monstruos: La historia de Lyle y Erik Menéndez”, de Ryan Murphy, en Netflix. Este jueves 3 de octubre, la fiscalía de Los Ángeles anunció que revisará el caso. Kim Kardashian publicó ese mismo día en NBC News un ensayo en el que pedía la liberación de los hermanos asegurando que “no son monstruos” y que “fueron condenados antes de que su juicio siquiera comenzara”.
“El caso de Erik y Lyle se convirtió en entretenimiento para la nación. Y su sufrimiento y sus historias de abuso fueron ridiculizadas en sketches de Saturday Night Live. Los medios de comunicación convirtieron a los hermanos en monstruos y en objetos sensacionalistas. Dos niños ricos y arrogantes de Beverly Hills que mataron a sus padres por codicia. No había lugar para la empatía y, mucho menos, para la compasión”, destaca la influencer.
Según las nuevas pruebas que investiga la Fiscalía, destaca que los hermanos actuaron en defensa propia. Según su versión, desde niños su padre había abusado sexualmente de ellos, así que hicieron lo único que pudieron para escapar de aquella pesadilla. La Policía en cambio justificó que los jóvenes planearon el parricidio para quedarse con la fortuna familiar valorada en 14 millones de dólares.
Erik y Lyle Menéndez eludieron la pena de muerte, pero cumplen cadena perpetua. Para Kim Kardashian su denuncia de abuso sexual no fue tomada en serio. “La conciencia pública del trauma del abuso sexual masculino era mínima”. Y añade que si hoy fueran juzgado la sentencia sería “dramáticamente diferente”.
Kardashianha visitado a los hermanos en prisión y afirma que “los asesinatos no son excusables. Quiero dejarlo claro. Pero no debemos negar quiénes son hoy. El juicio y el castigo que recibieron estos hermanos fueron más propios de un asesino en serie que de dos individuos que soportaron años de abuso sexual por parte de las mismas personas que amaban y en las que confiaban. No creo que pasar toda su vida natural encarcelados fuera el castigo adecuado para este caso complejo”.