“La bayadera”: amor, traición, poder y celos en una India mítica

“La bayadera”: amor, traición, poder y celos en una India mítica

Las bayaderas fueron mujeres formadas desde niñas dentro de una rigurosa disciplina para servir en los templos de la India a las deidades a las que estaban consagrados. Además de cuidar de los edificios, amenizaban los rituales sagrados. Su fama como bailarinas fue extraordinaria y la literatura de viajes las convirtió en figuras míticas, protagonistas del deseo fantasioso de escritores y lectores. Con música de Ludwig Minkus y libreto de Marius Petipa y Serguéi Khudekov, “La bayadera” fue estrenada en 1877 en el Teatro Imperial Bolshói Kámenny de San Petersburgo, es una de las obras más importantes del coreógrafo Petipa y uno de los ballets del repertorio clásico de las grandes compañías. En 1998, el Ballet de la Ópera de Múnich la estrenó en Alemania en versión de Patrice Bart, con una puesta en escena basada en la coreografía original de Petipa y decorados de Tomio Mohri. El Teatro Real la estrenó en septiembre de 2008 y ahora vuelve al coliseo madrileño, que entre el 30 de mayo y el 2 de junio, ofrecerá cinco funciones de esta icónica coreografía de la danza clásica, interpretada por el Ballet de la Ópera de Múnich -Bayerisches Staatsballett-, con la participación de la Orquesta Titular del Teatro bajo la dirección musical de Kevin Rhodes. Con este título, que tuvo que ser aplazado por la pandemia, el Real culmina su actual temporada de danza.

El ballet presenta uno de los temas que fascinaron a los románticos, la visión idealista del Oriente con sus bailarinas hindús y su exotismo. La historia está inspirada en los dramas “Sakúntalâ” y “La carretilla de arcilla”, del poeta hindú Kalidasa. Según explica Serge Honegger, asesor artístico del Ballet de la Ópera de Múnich, “está ambientada en una India imaginaria, cuya identidad geográfica no está definida con precisión, en ella se desarrolla el drama de Nikiya, una bailarina del templo; su rival, Gamzatti, la hija del rajá; y Solor, noble guerrero que es amado por ambas mujeres. La estética de la escenografía y el vestuario lleva el característico sello artístico del diseñador japonés Tomio Mohri, que por un lado, incorporó elementos visuales de la historia del ballet, como en el famoso acto de “El reino de las sombras”, en el gran desfile de los esponsales o en la variación del Ídolo dorado creada por Nikolai Zubkovsky en 1948, y por otro, evidencia la debilidad de Tomio Mohri por los elementos gráficos del arte japonés. Desde un punto de vista conceptual –continúa-, el equipo artístico dirigido por Patrice Bart se centró en el carácter fantástico de la pieza. Para ello realizó una meticulosa investigación, cargada de dificultades para acceder a las fuentes originales, que le permitió reconstruir el acto final y completar las partes que faltaban en la música y la coreografía. El resultado es una narración en la que predomina el carácter de cuento de hadas de la trama original de 1877 y la fascinación por las narraciones exóticas del siglo XIX, estructurada en dos actos y seis escenas”.

Laurent Hilaire, director de Bayerisches Staatsballett, afirma que “La bayadera” “es una de sus producciones más emblemáticas como compañía”, la estrenaron en 1998 y desde entonces no ha dejado de representarse. “Yo mismo la bailé en 1992 con Nuréyev, aunque era una versión diferente. La obra tiene una coreografía rica, pero muy complicada, con una elevada dificultad técnica para los intérpretes y esto es importante

para una compañía porque implica mucho trabajo y también supone una evolución para cada bailarín –explica-. Como director pienso que los repertorios deben nutrirse y renovarse, y, además de cuidar el repertorio clásico para que se mantengan en el tiempo, que es una de las responsabilidades de los grandes ballets, deben también seguir el compás de su época –significa Hilaire-, porque es muy importante cuidar la conexión y el contacto con el público, sobre todo joven, debe atender la actuación, la puesta en escena, y para eso debe mantenerse vivo”. Y prosigue. “Las obras maestras lo son porque hablan de amor, de traición, de poder, de celos y clases sociales, de las relaciones, todos estos son temas de actualidad y conectan con la gente porque, claramente, hay un público para ello y esta versión de Patrice Bart tiene una peculiaridad, que en el último acto, cuando colapsa el templo, le da una dimensión muy humana, el hecho de que Gamzatti se arrepienta y se lamente de querer destruir a Nikiya es muy importante para mí porque todos estos pequeños detalles hacen que esta obra siga siendo de actualidad y que cada persona pueda comprenderlos y eso es muy significativo”, concluye.

En la interpretación de los papeles protagonistas se alternarán Madison Young (30 de mayo y 1 de junio a las 17.00h), Lauretta Summerscales (31 de mayo y 2 de junio) y Ksenia Shevtsova (1 de junio a las 21.30h) como Nikiya; Osiel Gouneo (30 de mayo y 1 de junio a las 17:00h), Jinhao Zhang (31 de mayo y 2 de junio) y Julian MacKay (1 de junio a las 21.30 horas) en el papel del guerrero Solor, y Maria Baranova (30 de mayo y 1 junio a las 17:00 horas), Bianca Teixeira (31 de mayo y 2 de junio) y Carollina Bastos (1 de junio a las 21:30 horas) encarnando a Gamzatti. El rol de Ídolo dorado recaerá en António Casalinho (30 de mayo y 1 de junio a las 21:30 horas), Shale Wagman (31 de mayo y 2 de junio) y Ariel Merkuri (1 de junio a las 17.00 horas).

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