Con casi tres décadas de trayectoria, este asador se ha consolidado como un refugio clásico en la gastronomía de la capital, siendo un punto de encuentro donde los sabores auténticos y de calidad son el motor de la casa. Desde el periodo de la posguerra hasta los años 90, Madrid vivió una auténtica fiebre por los restaurantes vascos, y aunque esa época dorada se haya transformado, el espíritu y la tradición culinaria vasca perviven en lugares como en Pelotari. Desde su inauguración en 1990, este restaurante ubicado en el bullicioso corazón de Madrid, ha preservado el legado de gastronomía vasca con un enfoque en la calidad de sus productos y respeto absoluto por las técnicas de siempre para que sus platos sean únicos. Pelotari nació como homenaje las raíces vascas, un tributo al Frontón Recoletos, ya clausurado y derribado hace años.
Paco López y Enrique Fernández, cocinero y jefe de sala, son quienes hace más de una década, se encargan de mantener viva la esencia de este lugar sin caer en la tentación de modernizarse a la moda del momento. Ambos asumieron la dirección del restaurante con la clara misión de preservar su tradición. Con un exterior en rojo y negro y un interior decorado con azul y blanco, este lugar de aromas eternos se conserva fiel a su estilo, en un entorno que evoca el lujo de aquello icónicos vascos, y más allá de su estética se trata de una casa de comidas donde el producto de calidad sigue siendo la protagonista indiscutible. Su concina se centra en sabores sinceros, y en la memoria gustativa que en cada plato despierta un viaje a través de los sentid desde que el primer bocado traslada al parroquiano al norte de España, con el lujo de la atención al detalle que marcan sin duda la diferencia de cualquier restaurante.
Uno de los grandes atractivos en Pelotari es la carta de entrantes, colección de sabores que abren el apetito como las anchoas frescas a la bilbaína, sus exquisita croquetas, los clásicos espárragos de navarra o sus maravillosas chistorras ligeramente tostadas que dan el pistoletazo a una larga y agradable comida de calidad. Cada bocado es un recordatorio de la cocina de antaño. La carne y el pescado seleccionado con las mismas exigencias de siempre, son el alma de la oferta. Pescados a la parrilla que logran ese sabor tan característico de las brasas, el bacalao de ajo arriero, la merluza a la vasca, auténtico manjar. Para los amantes carnívoro la carta incluye entrecot de vacuno de raza, una carne jugosa y muy sabrosa, el solomillo a la brasa o los jugosos chuletones.
No menos importante es el capítulo de los postres, a pesar de la comilona, siempre hay sitio para el dulce. Pelotari tiene opciones tradicionales como el suflé de limón o la Pantxineta, el tiramisú o la infalible tarta de queso, postres tradicionales que completan este recorrido por el norte y sus buenos recuerdos. Además, cuenta con un abanico de referencias de vinos nacionales e internacionales que armonizan maravillosamente cada uno de los platos. Entre Txuletones y buenos tragos, sabe a casa y a mar, a fuego y a trabajo. Pelotari es norte es fuerza y es pasión.