En su desasosiego, Julián Muñoz quiso rendir cuentas antes de morir. A su manera y con cheque al portador. Pidió perdón a Maite Zaldívar, con la que volvió a contraer matrimonio, a sus hijas y al resto de la familia. Pero quien ha cobrado un inusitado protagonismo en esta última etapa en la vida del exalcalde de Marbella ha sido Fernando Marcos, su pareja desde hace más de dos décadas. Este experto en subastas de 57 años ha permanecido junto a Mayte, doce años mayor, más en las duras que en las maduras desde el inicio de su relación. Siempre discreto, ha logrado mantenerse ajeno a los titulares mientras el clan acaparaba crónicas por la exposición pública del romance de Julián e Isabel Pantoja, el mediático juicio, el ingreso en prisión de todos los protagonistas del caso Malaya o el cáncer “galopante” que desembocó en una nueva ceremonia nupcial.
El amor ha superado cualquier adversidad. “Sólo les pido a los medios que se olviden de mi número, de mi nombre, de mi cara y de que existo”, pidió. Según explicó Mayte, la decisión del segundo casorio se tomó con su consentimiento. “La idea de casarnos la tomamos entre todos, incluido Fernando. Julián se puso a llorar y le preguntamos qué era lo que le pasaba. Él nos dijo que le daba mucha pena que no estuviéramos casados”, explicó Mayte Zaldívar en “¡De Viernes!” Contó también que todos residen en la misma vivienda: “juntos, pero no revueltos”. En ese clima de cordialidad, Fernando podría haber tenido mucho peso en la reconciliación familiar.
Además de la relación amorosa, Mayte y Fernando están implicados en un mismo proyecto profesional: El Puesto 85, un local de comidas que la hostelera regenta en el mercado de Marbella.
Así las cosas, se entiende la petición que le hizo Julián en su lecho de muerte. Preocupado por el bienestar de su familia, le pidió a Fernando que cuidase de todos, especialmente de Mayte y de sus hijas. Al escuchar su respuesta, el exalcalde supo que podía irse tranquilo.