La detección temprana, con la inclusión de pruebas en los controles médicos del niño sano, es una de las principales reclamaciones que hacen las asociaciones de personas con dislexia, un trastorno que “va más allá” de confundir izquierda con derecha, letras o problemas de ortografía.
Así lo asegura en una entrevista con EFE Sara Gamero, presidenta de la Federación Española de Dislexia (FEDIS), con motivo de la celebración esta semana del día internacional.
Según explica, se trata de un trastorno neurobiológico de carácter hereditario, que se padece más en el sexo masculino que el femenino y cuyo origen “aún está en pañales” desde el punto de vista de la investigación, aunque sí se sabe que afecta a una parte del hemisferio izquierdo del cerebro.
Sara Gamero afirma que aunque la confusión al escribir o izquierda con derecha son de las primeras cuestiones que llaman la atención, hay otras, como la memoria a corto plazo, que hacen que a una persona a la que se le da una orden, si no es ejecutada de manera inmediata o es muy larga “se le olvida”.
“Si a un disléxico se le pide que vaya a la tercera habitación y del cuarto cajón coja una camiseta roja, se va a otra habitación y a otro cajón y coge una camiseta de otro color, porque a mitad del camino se le ha olvidado la orden concreta”, relata a modo de ejemplo.
La tabla de multiplicar o los tiempos verbales son también cuestiones que a una persona diagnosticada con dislexia le cuesta retener si no es con muchísimo esfuerzo, trabajo y terapias de aprendizaje a lo largo de la etapa escolar.
También explica que esos síntomas nunca desparecen y la vida de estas personas tiene que ser “sistemática y muy ordenada”.
Para paliar estos problemas, la presidenta de la FEDIS asegura que lo primero es “diagnosticar en edades muy tempranas” porque, de este modo, “se le pone nombre y apellido a lo que el niño o niña tiene” y “cuando se sabe que hay una palabra para lo que le pasa se puedo encontrar una forma de solucionarlo”.
Cuando esto ocurre, en los centros educativos se puede comenzar a actuar con medidas ordinarias con ellos, como pueden ser permitirle tener en la mesa la tabla de multiplicar, usar calculadora, más tiempo en los exámenes o exámenes orales, al margen de que después necesite acudir al logopeda o a apoyo psicológico “porque en algunos casos son niños con autoestima muy dañada”.
Por ello, defiende que “lo ideal” sería que el sistema público reconociera los informes que vengan suscritos por un profesional que esté colegiado, aunque sea del sistema privado, con el que acudir al pediatra y una vez validado poder acudir al centro educativo, porque “lo que no vale es mantener el padecimiento de un niño en etapa escolar hasta que el orientador pueda ver su comportamiento”.
Se estima, según afirma, que el 10 por ciento de la población escolar es disléxica y entre los diagnosticados hay profesionales como fiscales, médicos y empresarios.
La Federación Nacional de Dislexia también reclama a la administración cambios para que estos niños puedan acceder a becas por su discapacidad, ya que, según señala, ahora para acceder ellas tienen que tener reconocido un 33 por ciento y a la dislexia se le da un porcentaje menor. (Pablo Caro. EFE)