Cuando el Rayo juega en Vallecas, se espera que la mayor parte de la afición se tiña del color del equipo local. Pero no. No se distingue con facilidad quién es el que juega en casa, ni el visitante, ni tampoco los equipos que se enfrentan. Hay una marea de tres colores casi por igual: el Rayo Vallecano, el Atlético de Madrid y la selección colombiana. El duelo es entre los primeros dos, y sin embargo hay una parte de Colombia en la cancha: James Rodríguez, uno de los mayores ídolos deportivos de los “parceros” (la manera más típica que usan para llamarse entre ellos). Desde los más pequeños hasta los más grandes, todos ansían verlo en el campo o al menos durante los breves segundos que tarda el jugador en meter el coche en el parking del estadio. El reciente fichaje del 10, nombrado en junio mejor jugador de la Copa América, atrae a cientos de colombianos que viven en Madrid, la tercera comunidad de migrantes más grande en toda la autonomía. Ahora apoyan al Rayo Vallecano, aunque por más amor a la sangre que al fútbol.
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