EL 9J es la prueba que medirá las fuerzas de Sumar y Podemos. Es un examen en el que ambas formaciones se juegan mucho y del resultado influirá el futuro de la izquierda alternativa al PSOE, que se enfrenta en un momento de hundimiento electoral del espacio, concretamente ahondada esa fractura por las peleas internas históricas que parecen adosadas ya a la izquierda.
La oportunidad de la circunscripción única elimina las barreras y el reparto de escaños por el cual los partidos menos votados son los más perjudicados en determinadas provincias. El 9J todos los votos cuentan igual y es por eso que se preparan estas elecciones como si fueran unas primarias con dos izquierdas con candidaturas compitiendo y con un futuro irreconciliable. En Sumar rechazan esta lectura, pero Podemos sí se ha tomado estas elecciones como su oportunidad para que el electorado más a la izquierda decida entre ellos o los de Yolanda Díaz. En la formación morada detectan que estas elecciones son su baza para «volverse a poner en pie» y repiten en cada mitin electoral que ya es una realidad. De hecho, hoy por hoy, casi todas las encuestas vaticinan dos escaños para Irene Montero.
Todos los escenarios están abiertos y con unas encuestas muy ajustadas –a diferencia que en precampaña cuando Sumar pujaba al alza y Podemos tan solo apuntalaba el escaño de Irene Montero–, ahora, en ambos partidos son muy cautos sobre pronósticos electorales. En Podemos hay una estrategia disimulada que busca conseguir incluso el tercer escaño y arrebatarle así el cuarto –que algunos barómetros otorgan– a Sumar. Y es que la batalla por el cuarto escaño de Sumar es de suma importancia porque los de Díaz necesitan –para la construcción después del partido- que IU tenga representación en el Parlamento Europeo.
En las negociaciones de las listas electorales Sumar decidió dar el tercer puesto a Compromís en vez de IU. La formación que ahora lidera Antonio Maíllo aceptó para no romper la izquierda a la puerta de las europeas, pero es IU el partido que sostiene con militantes y arquitectura a Díaz, mientras que Compromís ha optado por una fórmula de colaboración que solo compromete a la coalición en el Congreso. Dentro del espacio hay varios sectores que no entendieron que Díaz premiara a la formación valencianista frente a la formación comunista. Si IU finalmente se queda fuera del Parlamento Europeo, los de Maíllo replantearán su integración en Sumar y este partido quedará sin la base que les sostiene en los territorios. IU siempre han tenido representación en Europa y con Unidas Podemos sacó en 2019 dos escaños netos para su formación.
En Sumar, a su vez, ven estas elecciones como una posibilidad de que se reconfigure el equilibrio de fuerzas en Moncloa. Han basado su campaña en mostrarse como el partido que «empuja» para conseguir los «avances» y los «pasos valientes» del Gobierno de coalición. Por ejemplo, esta semana, enseguida trataron de anotarse el tanto de haber conseguido que España se sume a Sudáfrica en la denuncia por genocidio contra Israel ante la Corte Internacional de Justicia. Así, Sumar compromete su ascenso en las europeas a su fortaleza en Moncloa. En el caso de que el resultado no sea el esperado, significará que Díaz asume su debilidad frente al PSOE en lo que queda de legislatura. La líder de Sumar hizo ayer un último llamamiento en el cierre de campaña desde Valencia. “No solo va de derrotar a la derecha, va de algo más, va de que gane la esperanza. De que Sumar tenga más fuerza en el Gobierno de España, fuerza para que consigamos reducir la jornada laboral, subir los salarios..”, pidió.
Precisamente, en estas horas, el ambiente en Sumar es de preocupación ante la estrategia de concentración del voto por parte del PSOE, sobre todo con el efecto electoralista de la segunda carta de Pedro Sánchez, según reconocen en el entorno de Díaz. Es por eso que, poniéndose la tirita antes de la herida, llaman ya a leer los resultados del 9J por bloques y no de manera individual.
