La palabra aragonesa para llamar a los padres y no se usa en el resto de España

La palabra aragonesa para llamar a los padres y no se usa en el resto de España

El idioma español es un gran mosaico con muchas variantes regionales, y Aragón no es la excepción. De hecho, desataca como una de las comunidades autónomas donde el lenguaje refleja profundamente su historia y carácter. Aunque el español estándar domina el día a día, el aragonés, lengua propia de la región, conserva un vocabulario que aporta identidad a esta tierra.

Aunque el aragonés se encuentra en peligro de desaparecer, esta lengua minoritaria aún se habla en algunas zonas de los Pirineos y es reconocida como patrimonio cultural del país. Sin embargo, no tiene el estatus de cooficialidad.

La palabra aragonesa para llamar a nuestros padres

En Aragón existen los términos como “pai” y “mai” para referirse a padre y madre. Estas palabras derivan del latín vulgar “pater” y “mater” y han adquirido un tono íntimo que las hace especiales en particular en las zonas rurales. Aunque no son de uso generalizado fuera de Aragón, quienes las escuchan las asocian inmediatamente con una cercanía afectiva.

Aunque su uso ha disminuido debido a la influencia del castellano, aún se conservan en ciertas localidades del Pirineo aragonés y zonas rurales de las provincias de Huesca y Teruel. Por ejemplo, en el Valle de Chistau, en Huesca, se emplean las variantes “paye” y “maye” para designar a los abuelos, lo que indica una evolución local de estos términos.

En otras regiones del mundo, existen palabras similares con significados relacionados. Por ejemplo, en gallego, una lengua cooficial en Galicia, se utilizan “pai” y “nai” para “padre” y “madre” respectivamente. Además, en el Caribe y partes de América Latina, “mai” y “pai” son formas coloquiales y familiares de decir “madre” y “padre”.

Otras palabras aragonesas

El aragonés cuenta con un repertorio de palabras que destacan por su originalidad. Por ejemplo, “ababol” es una de las más conocidas. Aunque originalmente se refiere a la flor de la amapola, coloquialmente describe a alguien distraído o un poco torpe, siempre con un toque de ternura.

Otro término muy usado es “laminero”, que define a quienes tienen una debilidad especial por los dulces. En Aragón, esta palabra se pronuncia con cariño y orgullo, ya que ser laminero implica disfrutar de la buena repostería y de los pequeños placeres de la vida, y cuando una bebida pierde su gas o frescura, los aragoneses dicen que está “esbafada”.

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