La primera ópera compuesta por una mujer llega a los Teatros del Canal

La primera ópera compuesta por una mujer llega a los Teatros del Canal

Sigue la fructífera colaboración entre el Teatro Real con otros de teatros de Madrid con los que amplía su campo de actuación y posibilita el acceso a todo tipo de público, en este caso, en una coproducción con los Teatros del Canal, donde se representará “La liberazione di Ruggiero dall’Isola d’Alcina”, una “commedia in música” de Francesca Caccini (1587-1641), que fue estrenada en la Villa Poggia Imperiale de Florencia el 3 de febrero de 1625, y es la primera vez que se representa en España. No sólo es la primera ópera escrita por una mujer, sino que además fue una de las primeras óperas representadas fuera de Italia –en Polonia– tras su estreno en la corte de los Medici.

“Caccini era hija de un famoso compositor de la época y, por tanto, tuvo una formación musical muy sólida, fue cantante, laudista, profesora de música y poetisa y compuso bastantes obras, pero lamentablemente se han perdido todas menos ésta. Caccini es un personalidad clave en el nacimiento del género lírico”, explica Joan Matabosch, director artístico del Real, que presenta el tercer título de la temporada sobre el poema épico de “Orlando furioso”, de Ludovico Ariosto, tras el de Händel y el “Orlando Paladino, de Haydn. Con la dirección la artística de Blanca Li y la musical de Aarón Zapico, al frente del conjunto instrumental y vocal Forma Antiqva y solistas de la orquesta del Real, estará en la Sala Roja del 4 al 9 de junio con un reparto que contará con Vivica Genaux (Melissa), Lidia Vinyes-Curtis (Eurídice), Jone Martínez (Sirena, Mensajera, Dama triste), Alberto Robert (Ruggiero) y Francisco Fernández-Rueda (Nettuno, Astolfo, Pastor enamorado).

Aunque este “balletto in música” también está basado en los cantos 6 al 8 del poema de Ariosto, “su tratamiento es completamente diferente al que estamos habituados -comenta Matabosch-, puesto que no solo es una ópera compuesta por una mujer, sino que está realizada con una perspectiva muy feminista. Las grandes protagonistas son dos mujeres empoderadas, Alcina y Melissa, que se disputan a Ruggiero, que es un “toy boy”, un juguete sexual, un cachas medio tonto”, algo que confirma Aarón Zapico. “La música evidencia un poderío femenino apabullante por encima de los hombres, las protagonistas son ellas y ejercen su poder y seducción sobre nuestro héroe Ruggiero, que aparece retratado, tanto musical como escénicamente, como un bobalicón, en clara referencia a poner el sexo femenino por encima del masculino”.

Para el maestro, “es una obra musical de una calidad superior, una obra maestra, y uno de sus rasgos es que es una composición muy osada musical y argumentalmente, con intervalos y armonías muy avanzadas para su época”. Y como la pieza tiene partes que se perdieron, “ha habido que rehacerlas con una orquestación barroca en toda regla, con instrumentos de viento, cuerda frotada y pulsada para recrear todo ese arcoíris que es la obra, que es muy colorida y moderna en su mensaje, en su ritmo y en su narrativa, y aunque esté próximo su 400 aniversario, es muy actual –significa-, es espectacular lo bien que se amolda a estos tiempos que nos toca vivir”.

En cuanto a la puesta en escena, Blanca Li se muestra “encantada con esta obra con sello femenino, tras casi cuatro años de preparativos”, aunque ha estado condicionada por los pocos medios de los que han dispuesto para esta producción. “Hacer una obra barroca con pocos medios es difícil porque el barroco es grandioso y con grandes decorados”, significa, así que la ha concebido “de manera muy minimalista, apoyándose en dos elementos fundamentales, en la iluminación de Pascal Laajili, que ha apostado por las sombras y la profundidad del negro, y en un lienzo como decorado, desde ahí, hemos creado el espacio escénico, así que aquí no habrá una embarcación construida con huesos de ballena, ni monstruo marino alado, ni mar, ni isla…pero si ballet, quería bailarines porque me gusta y porque el barroco suele llevarlos como parte de las obras -explica-, aunque aquí los veremos de una manera muy sutil y entre sombras. No se trata de meter la danza con calzador porque ya estaba en la pieza, pero más que un ballet barroco, son bailarines contemporáneos que contribuyen a la narración de la obra de diferentes maneras, la danza está siempre ahí como un elemento constante, integrada en la narración y forma parte de ella”, concluye.

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