Las montañas lucenses de O Incio se extienden a lo largo de kilómetros de verdes casi infinitos que alternan tonalidades y relatos, conformando algunas de las postales de mayor belleza que se pueden encontrar en este rincón del mundo.
Un espacio donde el escritor Ánxel Fole se inspira para escribir partes notables de su obra, y que, como indica en ‘Terra Brava’, ofrece un paisaje que “es unas veces suave y amorosa; otras, recia, severa y grandiosa. Mejor dicho, los dos tipos de paisaje se dan la mano”.
Allí, entre todos esos valles y montañas, se esconde una diminuta joya de Galicia, la única iglesia románica de toda España construida íntegramente con mármol, y de las pocas con esta característica que se localizan en Europa: San Pedro Fiz de Hospital.
Cuenta la leyenda que un templo tan singular hubo de ser construido por el diablo, que empleó en tal hazaña un solo día. Sin embargo, la realidad retrotrae su construcción a finales del siglo XII, a la Orden Militar de San Juan de Jerusalén, siendo su origen centro de atención a los necesitados y peregrinos.
“Hasta Roma, otra iglesia de mármol no se encontrará”
No en vano, el templo se ubica de modo estratégico en una variante del Camino de Santiago que unía A Pobra de Brollón, en el Camino de Invierno, y Samos, en el Francés. Una iglesia-fortaleza erigida, fundamentalmente, con mármol extraído de las canteras locales y que terminó por hacer célebre aquel dicho que afirma que “Desde O Incio hasta Roma, otra Iglesia de mármol no se encontrará”.
La peculiaridad del material empleado permite al templo lucir unos sorprendentes tonos azules que crean un bonito contraste con el verde de la naturaleza que rodea el conjunto.
San Pedro Fiz se levantó bajo las premisas del estilo románico. Situada en la antesala de las montañas de O Courel, de la edificación original se conserva un imponente conjunto formado por la iglesia parroquial, el campanario exento y el antiguo hospital.
El exterior del templo destaca por su sobriedad constructiva y ornamental, con una portada enmarcada por arquivoltas y columnas monolíticas coronadas por capiteles con decoración vegetal. El tímpano contiene una representación de la cruz de Malta, emblema de la Orden Sanjuanista.
El campanario, aunque modesto en su diseño, añade un toque distintivo al perfil de la iglesia, destacándose sobre el paisaje circundante.
El interior de la iglesia es igualmente austero, con una decoración que refleja la espiritualidad y simplicidad del románico. Su única nave está rematada por un ábside al que se accede traspasando el arco triunfal de medio punto.
En uno de sus laterales se conserva una representación de la crucifixión de Cristo realizada en piedra y datada del siglo VI. Entre las imágenes de la iglesia destaca una Virgen con el Niño del siglo XIV y una talla de Cristo Crucificado de finales del siglo XIII o principios del XIV.
Monumento histórico-artístico nacional
Su singularidad fue reconocida hace más de cuatro décadas de modo oficial al ser declarada monumento histórico-artístico nacional por el Ministerio de Cultura siguiendo el consejo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Aquella declaración no hacía mención expresa al mármol con el que fue construida, pero sí a la historia del lugar y a otras características arquitectónicas destacadas, aludiendo también al aspecto de fortaleza del templo.
En este sentido, se apuntaba que por sus dimensiones, monumentalidad y por el brusco remate de algunas columnas seguramente formaba parte de un proyecto de proporciones más amplias que por circunstancias imprevistas no pudo ser completado.