La vida en una clínica clandestina para combatientes de la resistencia de Myanmar

La vida en una clínica clandestina para combatientes de la resistencia de Myanmar

Cuando Soe Myint perdió el ojo izquierdo en un tiroteo, pensó que se había acabado el sueño de su vida, que era ser tatuador. Este joven de 32 años, que prefiere utilizar un nombre ficticio, dejó su trabajo en un estudio de tatuajes de Yangón, la capital económica de Myanmar, y se alistó en la Fuerza de Defensa del Pueblo (FDP) dos meses después de que los militares arrebataran el poder al Gobierno civil en un golpe de Estado, en febrero de 2021. “Cuando las balas me alcanzaron, lancé un grito a mi comandante”, recuerda, y muestra un vídeo de la batalla en su teléfono móvil. Su superior le puso a salvo y, desde la frontera, pudo cruzar a Tailandia, a un hospital cercano.

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