Las almas peregrinas

Las almas peregrinas

Al empezar el libro está dicho a las claras su asunto: la desolación infinita. “Primero llega la muerte y después el duelo, la desolación infinita”, escribe Carme López Mercader. El que murió es Javier Marías, su marido, su compañero y su amigo, su hombre —”el meu home”, dirá en algún momento, prefiere la expresión en catalán, le resulta más descriptiva—. ¿Pero cómo diablos puede escribirse de esa desolación infinita, cómo puede siquiera vivirse, cómo concebirla cuando ocurre lo peor y no hay ya lugar en el mundo para el que ha sido abandonado, cómo sobrevivir a lo que no es nada más que, y lo dice también, “una catástrofe absoluta”?

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