Persisten las diferencias en la atención que reciben mujeres y hombres con enfermedad cardiovascular. Así lo demuestran datos del estudio Santorini presentados en el Congreso de la Sociedad Europea de Cardiología, que se clausuró el pasado lunes en Londres.
«La arterioesclerosis es la principal causa de pérdida de años de vida. Y el principal factor de riesgo es el colesterol LDL. Tenemos fármacos desde hace años: las estatinas empezaron a usarse hace 30, hace unos 20 comenzamos a usar ezetimiba y ahora contamos con otros medicamentos nuevos, como el ácido bempedoico o inhibidores PCSK9. Lo llamativo del estudio es que está realizado en más de 7.000 pacientes de diferentes países de Europa y, en uno de cada cinco de muy alto riesgo, no se hace nada pese a que las combinaciones de estos fármacos han demostrado ser útiles», advirtió el profesor Derek Connolly, cardiólogo y director de investigación del Hospital de la Ciudad de Birmingham, en Reino Unido.
En su opinión, lo verdaderamente llamativo es que el porcentaje de mujeres y hombres que no reciben los tratamientos debería ser similar. Y, sin embargo, son ellas las que están infratratadas «y eso es inaceptable, porque pueden prevenirse infartos y otras patologías vasculares: debemos tratarlas exactamente igual de como tratamos a los hombres. De hecho, las mujeres han estado tradicionalmente infrarrepresentadas en los ensayos clínicos con nuevos medicamentos, excepto en los cánceres ginecológicos. Por eso, debemos asegurarnos que participan en los nuevos estudios».
Otro de los datos destacados del estudio Santorini, que ha realizado el laboratorio japonés Daiichi Sankyo, es que los resultados en mujeres son mejores en países como Portugal, Italia o España que en Reino Unido e Irlanda. «El mensaje es que, a día de hoy, tenemos buenos medicamentos que salvan vidas, según nos indican los datos de EuroStat: si aplicamos lo que sabemos, salvaríamos una de cada tres vidas (y, de ellas, dos de cada tres son por causas cardiovasculares). El 80% de la enfermedad cardiovascular es potencialmente prevenible. Y, cuanto antes se actúe sobre ella, mejor. Por eso, este mensaje debe llegar tanto a médicos como a autoridades políticas y a pacientes», apuntó el doctor Fausto Pinto, jefe del servicio de Cardiología del Hospital ULS Santa María de Lisboa y presidente de la Sociedad Europea de Cardiología entre 2014 y 2016.
«Además de salvar vidas, los tratamientos ahorran dinero», añadió Connolly, mientras que Pinto insistió que la salud «debe verse como una inversión y no como un coste: invertimos muy poco en prevención y paradójicamente, estas enfermedades pueden prevenirse».
Como solución a este problema, ambos expertos sugirieron que los gobiernos europeos apliquen las recomendaciones de las guías de práctica clínica de la Sociedad Europea de Cardiología «y que los médicos las utilicen». «En primer lugar, debemos promocionar la salud porque, como doctores, a menudo nos centramos en la enfermedad. Si estos mensajes calan entre los políticos y en la prensa habremos avanzado mucho», indicó el doctor Pinto.
Factores de riesgo
Otro aspecto que debe potenciarse, como recordó el doctor Connolly, es el beneficio para la salud que proporciona la dieta mediterránea. «También es importante tratar otros factores de riesgo, como la hipertensión, el azúcar en sangre o los niveles de colesterol. La mayoría de los europeos no conoce qué cifras tiene de estos parámetros y es muy importante realizar pruebas para saberlas. Y, por otro lado, creo que vamos a empezar a encontrar enfermedad cardiovascular con pruebas de cribado como la tomografía computarizada. Debemos impulsar la prevención primaria porque, cuando se desarrolla la enfermedad cardiaca, el riesgo es mucho mejor», añadió.
Los niveles elevados de colesterol LDL aumentan el riesgo de sufrir fibrilación auricular que, como subrayó el profesor Pinto, «supone otra amenaza para los pacientes. Esta alteración del riesgo cardiaco aumenta la posibilidad que se formen trombos en el corazón, que a su vez causan ictus y trombosis. Una de nuestras principales preocupaciones en estos pacientes es prevenir el ictus y, para ello, contamos con herramientas para estratificar el riesgo de que lo sufran. Para prevenirlo, el mejor tratamiento son los fármacos anticoagulantes. Otro aspecto a tener en cuenta es que la fibrilación auricular es un factor de riesgo de la insuficiencia cardiaca» detalló. «En muchos años –concluyó– hemos contado con un único fármaco anticoagulante como tratamiento, los antagonistas de la vitamina K, que tenían diferentes inconvenientes. Desde hace más de una década, tenemos una serie de nuevos anticoagulantes orales, que tienen muchas ventajas y que han mejorado la adherencia al tratamiento. Y así lo demuestran los datos del sub-análisis del registro ETNA-AF que se han presentado en el congreso».