El estallido del caso Santos Cerdán ha cogido a Junts per Catalunya con el pie cambiado. El partido independentista catalán tenía en el secretario de organización del PSOE un interlocutor fluido para negociar contrapartidas cada vez que el Gobierno necesitaba oxígeno. “La estabilidad del Estado está en manos de Santos Cerdán”, reconocía un dirigente socialista tiempo atrás, para señalar el valor que tenía el exnúmero tres del PSOE al hacer de puente con Junts para lograr el apoyo de sus siete escaños en el Congreso de los Diputados. El desarrollo de la ley de amnistía, la oficialidad del catalán en las instituciones de la Unión Europea o el traspaso de las competencias sobre inmigración a la Generalitat son asuntos que Junts, la mayoría de veces a través de su secretario general Jordi Turull, había tratado directamente con Cerdán, considerado una figura de la máxima confianza del presidente del Gobierno. El despido fulminante ordenado por el propio Pedro Sánchez, “no debimos confiar en él”, dijo públicamente, deja a medio cerrar las carpetas que tenían sobre la mesa de negociación Junts y el PSOE. También queda en la incertidumbre el porvenir de las reuniones periódicas que Carles Puigdemont y sus colaboradores mantenían en Suiza con Cerdán y donde se perfilaba cuál iba a ser el mejor momento para fotografiar un encuentro del expresident con Sánchez.
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