Le conozco de toda la vida. Poco, pero de toda la vida. Antes que nada, Miguel Ángel Rodríguez es un gran profesional del periodismo. Ha triunfado en el periódico impreso, en el periódico hablado, en el periódico audiovisual, en el periódico digital… Excelente novelista, además, algo que se suele olvidar, Miguel Ángel Rodríguez ha vivido siempre envuelto por las Letras.
José María Aznar se dio cuenta de su sagacidad política y eso modificó la vida profesional de Miguel Ángel Rodríguez. Nunca olvidó el periodismo, pero se incorporó a la acción política y contribuyó de forma decisiva a encumbrar a Aznar y a mantenerlo en el poder. El presidente, por cierto, no fue derrotado. Al cumplir ocho años de mandato, y cuando las encuestas le daban trece puntos de superioridad, decidió dar paso a otro dirigente del Partido Popular. No estoy seguro de que acertara en la elección.
Miguel Ángel Rodríguez es un profesional de indiscutido prestigio, un hombre íntegro y honrado a carta cabal. Isabel Díaz Ayuso, mujer de notables cualidades políticas, tuvo la suerte de contar con Miguel Ángel Rodríguez que repitió con ella lo que había hecho con Aznar. MAR es un peso pesado de la política, uno de los pocos que quedan en España. El PSOE sanchista lo sabe y desde hace tiempo se esfuerza por instrumentar fórmulas que destruyan a Rodríguez para evitar que continúe potenciando a la presidenta de Madrid, obsesión esencial de la ojeriza de Sánchez.
Los perfectos de siempre me argumentarán que MAR ha cometido errores y que tiene defectos. Como todos, claro. Todos cometemos errores, todos tenemos defectos. Pero al estudiar su condición, al analizar sus trabajos y sus días, el balance resulta abrumadoramente positivo para Miguel Ángel Rodríguez.
En la clase política española no abundan ni las mujeres ni los hombres de gran capacidad y cultura sobresaliente. Uno de ellos es Miguel Ángel Rodríguez y a mí, que le sigo desde su época en El Norte de Castilla, me complace redactar estas líneas que sólo reflejan la verdad porque es la verdad la que nos hace libres.
Luis María Anson, de la Real Academia Española
