Los últimos datos de la encuesta argentina Giacobbe revelan que el presidente de Argentina, Javier Milei, mantiene un 52.4% de imagen positiva y un 40.5% de imagen negativa. Las duras medidas económicas asumidas por el libertario han implicado recortes en los salarios de los trabajadores y de los jubilados. Sin embargo, la inflación ha desacelerado y semanas atrás el presidente austral anunciaba con orgullo haber logrado por primera vez desde 2008 un superávit durante un trimestre. Milei afirmó que tal logro representa «un hito que debe enorgullecernos a todos como país».
Los datos positivos con respecto a su popularidad responden a una esperanza de algo distinto por parte de la mayoría de los ciudadanos, quienes parecen reconocer la necesidad de «cruzar un desierto» para lograr que las cuentas den en números positivos. En otras palabras, hay una tolerancia importante y cierta expectativa de que lo doloroso del presente servirá para la estabilidad del futuro.
De cara a la lucha política, el problema no es que haya protestas y paros –por ejemplo, de la central sindical más poderosa e influyente del país, la Confederación General del Trabajo (CGT)– sino cómo manejarlo y de qué manera el Gobierno de Milei logra posicionar el mensaje de que la nueva Argentina está ávida de salir de la crisis a través del esfuerzo y del trabajo y no con agendas para generar conflicto en la calle.
Por otro lado, Cristina Fernández de Kirchner apenas alcanza el 20,4% de imagen positiva, según la misma encuesta. Aprovechando la popularidad de su Gobierno y el rechazo al kirchnerismo, es probable que Milei acentúe sus medidas impopulares, pero finalmente aceptadas para la mayoría de los argentinos.
