Minorías etnoculturales, una gran oportunidad para Europa

Minorías etnoculturales, una gran oportunidad para Europa

Europa es líder mundial en resultados de inclusión en aspectos
como la desigualdad de ingresos,
la movilidad y el progreso social.
Pero hay margen para ir más lejos
en la búsqueda del crecimiento,
extendiendo al mismo tiempo los
beneficios de la inclusión a todas
las comunidades. Esto incluye reforzar la inclusión económica de
las comunidades minoritarias etnoculturales (EMEs) como fuente
de talento para lograr un crecimiento integrador.

El estudio «Minorías etnoculturales en Europa: una posible triple
victoria», elaborado por McKinsey & Company advierte que las empresas europeas se enfrentan a un importante déficit de
trabajadores cualificados. La tasa
de vacantes de empleo en la UE ha
aumentado aproximadamente un
70% desde 2020, con escasez de
mano de obra particularmente
prevalente en ocupaciones relacionadas con el desarrollo de software, la atención médica, el trabajo social, la construcción y la
ingeniería, y en este escenario las
minorías etnoculturales representan un grupo diverso dentro de la
población europea y una mano de
obra que no se conoce bien.

«Las oportunidades que presentan las EMEs, sobre todo en términos de talento, han permanecido
en gran medida inexploradas por
el mundo empresarial. Varios factores contribuyen a ello, siendo el
más significativo la falta de una
base de datos en todos los países
europeos. Esto impide comprender en qué medida y cómo se puede identificar, contratar y apoyar
mejor a los empleados de minorías
etnoculturales para hacer frente a
las carencias de talento que afectan al crecimiento de las economías de todo el continente», sostiene Ana Sainz, directora general
de la Fundación Seres.

Obstáculos

Los líderes empresariales predicen
que la escasez de mano de obra
seguirá siendo uno de los tres principales obstáculos al crecimiento
empresarial durante el próximo
año. Las tendencias a corto y largo
plazo, como el descenso de la tasa
de actividad durante la pandemia
y el impacto del envejecimiento de
la población, han agravado el problema. En la mayoría de las profesiones, la escasez persiste desde
hace más de cinco años, lo que sugiere que los problemas estructurales subyacentes desempeñan un
papel importante. Es probable que estos problemas persistan en un
futuro previsible, lo que enmarca
la oportunidad de una mayor inclusión de las EMEs en el lugar de
trabajo.

Otro reto para liberar el potencial económico de las minorías
etnoculturales se deriva de la percepción errónea de que carecen
de las cualificaciones necesarias
para ser candidatos aptos. Los datos sugieren lo contrario y presentan un panorama más matizado.
El análisis de seis países realizado
por McKinsey reveló que el nivel de estudios
superiores de las minorías etnoculturales oscila entre el 24% y el
44%. Por término medio, esta tasa
es inferior a la de la población no
perteneciente a minorías, pero la
diferencia es relativamente pequeña (de tres a nueve puntos
porcentuales), y hay excepciones
notables: en Dinamarca, por
ejemplo, la tasa de finalización de
estudios terciarios de las minorías
etnoculturales es del 44%, nueve
puntos porcentuales más que la
de la población no perteneciente
a minorías (35%), mientras que en
Bélgica es del 32%, cinco puntos
porcentuales más que la de la población no perteneciente a minorías (27%).

Las EMEs tienen además hasta
tres veces más probabilidades de
desempeñar trabajos poco cualificados y hasta dos veces y media
más probabilidades de estar sobrecualificadas para su función
actual, por lo que obtienen resultados notablemente peores en
términos de renta y pobreza en
comparación con los individuos
no pertenecientes a minorías. En
los seis países analizados, las minorías etnoculturales perciben
salarios más bajos.

«La inclusión económica de las
comunidades de minorías etnoculturales podría constituir una
nueva palanca de crecimiento sostenible e integrador, y una fuente
de talento en Europa y España. Incorporar este tipo de diversidad en
las empresas podría generar una
contribución de casi 120.000 millones de euros anuales al PIB en la
Europa de los 27, lo que supone un
aumento del 4% respecto a la cifra
de 2022. De este total, aproximadamente 50.000 millones de euros
corresponderían a beneficios empresariales y el resto a salarios»,
señala Tomás Calleja, socio senior
en McKinsey & Company. Si se alcanzaran estas cifras, las organizaciones cubrirían aproximadamente una cuarta parte de los puestos
de trabajo vacantes en Europa en
todos los niveles de cualificación
profesional, dando empleo a 1,6
millones de personas más
.

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