Emilio Santamaría fue el hombre que mejor, y más íntimamente, conoció a Massiel. Le guardaba los secretos y se ocupaba de todos sus asuntos profesionales, pero, por encima de todo, era su hermano y confidente.
La cantante llora en silencio su muerte, es incapaz, de momento, de hablar con los periodistas que la llamamos para darle el pésame. Encuerada en casa y lejos de todo y de todos.
Su hermano falleció víctima de un cáncer ayer domingo, en su casa y rodeado de los suyos. También de su queridísima hermana, quien pudo darle un último adiós horas antes de irse de este mundo.
Hace veinte años, recuerdo una entrevista que le hice a la ganadora de Eurovisión, y me habló maravillas de Emilio: “es maravilloso, un gran hermano y el mejor representante que podría tener. Somos uña y carne. No tenemos secretos el uno para el otro…”.
El fallecido, nos cuenta alguien de su entorno, “era un ser de luz, divertido, cachondo, dado a las bromas y muy inteligente. Su. Inerte supone una pérdida irreparable, todos le queríamos mucho”.
Su familia era consciente de que la situación de su estado de salud era muy mala, por eso estaban preparados para el fatal desenlace. Carmen, su hija, desveló en la puerta del tanatorio que su padre no quería una despedida multitudinaria, era consciente de su complicada enfermedad y les decía que si moría todo se realizara en la intimidad. Como así se ha hecho.
