Noruega ruge contra Mette-Marit: de compras con Marius Borg ajena a sus detenciones

No hay día sin escándalo para la Familia Real de Noruega,
después de que el hijo de la princesa Mette-Marit fuese detenido por un delito de supuesta violencia de género, que el propio Marius Borg ha reconocido ante
el mundo. La agresión física y psicológica ha conmocionado la opinión pública,
por mucho que el joven se escude en sus adicciones y sus problemas de salud mental como excusa a sus fechorías. Y es que no eran las primeras, pero tampoco
las últimas. Después de esto volvió a ser detenido por saltarse la orden de
alejamiento contra su exnovia, víctima de la agresión. También se detuvo a un asesino a sueldo contratado para matarla, después de recibir nuevas amenazas
del joven. El escándalo es mayúsculo, la imagen pública de la Corona se está
desmoronando y todos claman al cielo, al ver cómo Marius no está siendo
ajusticiado como un ciudadano más. Pero peor aún, está plácidamente haciendo su
vida, como así ha sido pillado de compras con su madre como si nada hubiese
sucedido.

Una madre es una madre, por mucha condición real que tenga.
Eso sí, parece que sus responsabilidades con la Corona le impiden tener un
gesto público con su hijo, más después de haber sido detenido en dos ocasiones
en pocas semanas y por tan graves delitos. Sus movimientos están siendo medidos
con lupa, los de él por las autoridades y la justicia y los de ella por la
prensa y la opinión pública. Parece que nada les importa. A la vez que la mujer
del príncipe Haakon de Noruega pide comprensión para su hijo, ella se lo lleva
de compras a unos grandes almacenes. Estaban mirando muebles y objetos de
decoración y se compraron algunos enseres domésticos como una funda para el colchón.
Quizá esté redecorando su hogar, después de haber destrozado el de su exnovia,
donde la policía encontró hasta cuchillos clavados en las paredes después de la
bronca que la envió al hospital y él a comisaría.

Pero ese capítulo parece que no ha calado demasiado hondo en
su madre. O al menos no está dando señales públicas que condenen la actitud de
su hijo, ya sea por agredir a su novia o por no tomarse la ley como algo que le
afecte personalmente. Las críticas han sido feroces en Noruega, especialmente
por ver lo risueños que estaban mientras la víctima precisa ayuda psicológica y
teme que otro asesino a sueldo termine el trabajo del primero: “Las imágenes
que se publican muestran que el tono entre la princesa Mette-Marit y su hijo
sigue siendo jovial. Sonrieron y se rieron durante la jornada de compras.
Aparentemente pasaron un rato muy agradable. Parecían no verse afectados en
absoluto por la tormenta mediática”, detallan desde el medio que publicó las
imágenes de la polémica.

El príncipe Haakon sí que ha condenado las acciones de su
hijastro y ha dejado claro que le parecen graves, aunque le esté ayudando a
esquivar la fuerza de la justicia. No es el caso de la princesa Mette-Marit, que
incluso ha llamado personalmente a la víctima de su hijo con la esperanza de
que pueda retirar todos los cargos y librarle de su destino judicial. Es más, públicamente
ha pedido que se le cuide, como así está haciendo aparentemente ella al no
querer hablar del tema: “Por respeto a todos los implicados, incluido Marius
Borg, no quiero decir nada más sobre este asunto. Les pido su comprensión al
respecto por el momento”. Algo que fue criticado, pues estas palabras a los
medios que ellos mismos habían convocado no sentaron bien. Citar a la prensa
para decirles que no hablarán… “Puede que hayamos sido demasiado amables. Me
pregunto si no le hemos hecho ningún favor. Si puede haber tenido la
experiencia de que las cosas no tienen consecuencias y si se ha convertido en
una especie de figura intocable”, le reprochan desde ‘Nettavisen’.

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