El expresident de la Generalitat de Cataluña y líder de Junts, Carles Puigdemont, anunció ayer a través de las redes sociales su intención de estar hoy, a las 9:00 horas, junto al Arco del Triunfo de Barcelona para acudir desde allí al pleno de investidura de Salvador Illa en el Parlament, que arranca una hora más tarde. En el mismo paseo de Lluís Companys, donde también se encuentra el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC), hay prevista una concentración para «recibir institucionalmente» al exmandatario, a la que finalmente también asistirá ERC de la mano de los principales representantes de Junts, la CUP y demás entidades independentistas, como Òmnium, la ANC o el Consell de la República que el propio Puigdemont preside. La intención de la convocatoria es secundar al expresident hacia la única entrada habilitada al parque de la Ciutadella, donde se encuentra el Parlament, para evitar que sea detenido por los cuerpos policiales y pueda entrar en la Cámara, donde, según el presidente de la misma, su exconsejero Josep Rull, ya no podría ser interceptado.
El despliegue de los Mossos para su arresto incluye unidades antidisturbios
En torno al regreso de Puigdemont hay más incógnitas que certezas, empezando por la manera en que conseguirá burlar la orden de detención hasta su llegada a la capital catalana. Una vez en Barcelona –siempre que consiga, de nuevo, su objetivo–, tampoco se conoce cuál será el plan de actuación de los Mossos d’Esquadra, que podrían desde interceptar al expresident nada más baje del coche hasta –improbable esta opción– hacerlo tras el debate de investidura, que solo se celebrará si a Puigdemont se le permite ocupar su escaño en el hemiciclo, como confirmó ayer el propio Rull. En virtud de lo que prevé el reglamento del Parlament, el presidente podría suspender el pleno y retomarlo 24 horas después –es decir, mañana– si Puigdemont es finalmente detenido. No podría, en un principio, posponerse más días, como pretende Junts.
En cualquier caso, los 135 diputados de la Cámara catalana están convocados a las 10:00 en el salón de plenos del Parlament, donde, tras el acuerdo firmado por la Diputación Permanente, se debería votar la investidura del líder de los socialistas y ganador de las últimas elecciones catalanas, quien el pasado fin de semana comunicó a la Presidencia que había conseguido cerrar sendos acuerdos con ERC y los comunes, suficientes para alcanzar la mayoría absoluta de 68 escaños que marca el Parlament.
Ocurra hoy u ocurra mañana, el candidato Illa se dirigirá al hemiciclo exponiendo su plan de gobierno, enfatizando en la «transversalidad» prometida durante la campaña. Tras el discurso de investidura del exministro, tendrán la palabra los diputados designados por cada grupo parlamentario y finalmente se llevará a cabo la votación, que concluirá con la proclamación de Illa como nuevo presidente de la Generalitat.
Según explicó ERC el miércoles, «nada» puede cambiar el compromiso con el PSC –firmado ayer–, por lo que pese al silencio que rodea a su figura estos últimos días, el líder de los socialistas ya solo piensa en el Govern que liderará, que por ahora será monocolor a expensas de que los Comunes puedan, más adelante, incorporar consejeros al Ejecutivo.
La trampa anhelada por Junts, sabiendo que tarde o temprano se convertirá en el principal partido de la oposición, es tan ilusoria como derrotista, pues el sueño no sería otro que dilatar la votación hasta el 26 de agosto, cuando se convocarían elecciones automáticamente si Cataluña no tiene nuevo presidente.
«Tengo que estar y quiero estar», dijo ayer Puigdemont en X, dotando de épica un regreso que incluso ERC considera «precipitado e interesado». Cuanto más ruido, más realista el objetivo de Junts, inalcanzable a pesar de su intento por convencer a Rull de suspender la investidura «sine die», algo que no puede hacer. A los posconvergentes solo les queda «culpar» al Gobierno de Pedro Sánchez, a quien sostienen en el Congreso de los Diputados, de la «arbitrariedad» de la que acusan al Tribunal Supremo por no aplicar la ley de amnistía a Puigdemont. Y y buscarán el rédito de la detención del expresidente como hicieron en su día con las imágenes del 1 de octubre. Bien para desgastar a ERC –«mirad con quién habéis pactado»–, bien para cobrarse a mejor precio su apoyo al PSOE en el Congreso.
Un Parlament blindado
Además de la concentración independentista, también Vox ha convocado una manifestación a primera hora frente a la única entrada del parque que estará abierta, pues la Ciutadella se cerrará excepcionalmente para el debate de investidura y solo se podrá acceder con acreditación. Dada la trascendencia y la posibilidad de altercados entre ambos grupos, se ha desplegado un dispositivo policial del que también formarán parte las unidades antidisturbios BRIMO y ARRO de los Mossos. La unidad de subsuelo, como es habitual en estos acontecimientos, revisó ayer el alcantarillado, según fuentes policiales, que no dan pistas sobre si Puigdemont será finalmente detenido en la entrada.