Que trabaje otro

Que trabaje otro

¡Qué equivocada estaba! Qué mal hice trabajando en lo que me salía: dando de comer a ancianos, limpiando baños, haciendo camas, cocinando, congelándome mientras cortaba a pedazos animales muertos. Fui una idiota al dar tanta importancia al dinero, y el dinero, claro, no lo es todo. Tendría que haberme dedicado al autocuidado, al ocio y las relaciones sociales. Las facturas, los pañales, la comida o los libros de textos se habrían pagado solos.

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