Red Eléctrica (REE) y la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) ya advirtieron en 2023 de que existía un riesgo de apagones por la sobretensión que se estaba generando en el sistema eléctrico. Dos años antes del fundido a negro del pasado 28 de abril, el regulador hizo suyos los argumentos del operador del sistema en una resolución publicada en el Boletín Oficial del Estado (BOE). El texto, del 13 de noviembre de ese año, alertaba de que “las elevadas tensiones en la red podrían provocar el desacoplamiento intempestivo de instalaciones conectadas a la misma”. Según señaló entonces el organismo, los niveles de tensión eran “cercanos o incluso superiores a los valores admisibles”. Un desacoplamiento del sistema implica la desconexión automática de determinadas tecnologías o centrales de la red ante el exceso de tensión para no colapsar. Un episodio que sucedió el pasado el último lunes de abril.
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