Revolución en Meta

Revolución en Meta

La reciente victoria de Donald Trump en las elecciones estadounidenses, unida a la adquisición de Twitter (rebautizada como X) por parte de Elon Musk, ha desencadenado un giro inesperado en la política de moderación de contenidos dentro de las restantes redes sociales. Hasta hace muy poco, era habitual que los gobiernos y otros grupos de interés obligaran a estas plataformas a censurar buena parte del contenido que allí era publicado por los usuarios. Pero las tornas han comenzado a cambiar.

Mark Zuckerberg, propietario de Facebook e Instagram, ha anunciado que sustituirá el sistema centralizado de moderación de contenidos –basado en la contratación de los llamados fact-checkers– por un modelo de «notas de comunidad» similar al de X. Si bien éste no es un sistema infalible, sí resulta menos imperfecto que el método anterior, donde los errores y los sesgos ideológicos de los «supervisores» eran moneda común y provocaban la invisibilización del disidente.

Zuckerberg también se ha comprometido a que Facebook e Instagram reduzcan drásticamente el uso de algoritmos automatizados para bloquear contenidos, sustituyéndolos por denuncias específicas verificadas por seres humanos con un criterio menos restrictivo. De hecho, también ha anunciado que trasladará el equipo interno de moderación de contenidos desde California –un entorno tradicionalmente más afín a la izquierda– hacia Texas, donde espera encontrar una visión más abierta y tolerante hacia la disidencia.

Naturalmente, la Unión Europea ya ha mostrado sus reticencias. Alemania, a través de su Agencia de Redes Sociales, amenaza con sancionar a Meta si renuncia a los mecanismos de censura centralizada que tan funcionales han sido para los gobiernos occidentales durante los últimos años. Esta reacción confirma la obsesión de las autoridades europeas por seguir controlando el discurso público a través de su injerencia en las redes sociales, supuestamente para proteger la «verdad» pero, en realidad, para manipular a los ciudadanos según su conveniencia.

Que Zuckerberg haya decidido dar este volantazo en estos momentos, tras la victoria electoral de Trump, hace desde luego sospechar que no se trata de un volantazo derivado de una profunda revisión de sus principios ideológicos sino de la conveniencia de acomodarse al nuevo entorno político y social que se avecina. Pero, sea cual sea el motivo, su rectificación es positiva para la libertad de expresión… al menos en los EEUU. Falta por ver si Europa tolerará que no sólo X sino también Facebook y Meta escapen a su control censor.

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