Albertinho Feijoada, el líder carioca del Partido Popular, quiere que bailemos con una nueva samba. Según informó Carmen Morodo en LA RAZÓN: «lo que más le importa es la política social». Hay liberales que se han enfadado. Exageran. Veamos.
La izquierda, lógicamente, celebró que el PP se aparte de corsés liberales y conservadores, y se pliegue a las consignas realmente progresistas. Como si tuvieran todo bajo control, la vicesecretaria de Igualdad, Conciliación y Política Social (será por cargos progresistas), Ana Alós, sostuvo que la ley que promoverán «es ambiciosa, pero no tiene que ser una carga para nuestras empresas». Como las medidas de la samba social de Albertinho van a ser una carga para las empresas, desde la reducción de la jornada hasta la extensión del permiso paternal, pasando por varias inicitavas de aumento del gasto público y de recortes de la libertades, la pregunta es: ¿bailará el pueblo?
Juanma Lamet, de El Mundo, consultó a los maîtres à penser de Génova, y le dijeron, bendito sea Dios, que el PP quiere ejercer de «nexo entre la sociedad y las empresas». ¿Cómo no se nos había ocurrido antes? Dado que la sociedad es boba y las empresas taradas, necesitan a Albertinho como nexo.
¿Estamos ante el famoso giro social? Mire, señora, la espectacular respuesta que obtuvo Lamet desde la sede de la bossa nova popular: «No hay un giro, sino una apuesta discursiva». Espere, no se ría, que hay más: paliarán la crisis de la vivienda desde un «enfoque social». Y, atención: «Vamos a meterle una cierta sensibilidad emocional». Baile, señora, baile, pero no se enfade.
Esto es el pan nuestro de cada día en la política, tanto en la derecha como en la izquierda. ¿O usted cree que en el PSOE todos son tan antiliberales como Warren Sánchez? Pues en la derecha también hay gente menos populista que Albertinho, y que propicia el Estado limitado y el mercado libre. Frente a ellos sospecho que está la mayoría de los políticos del PP, que recelan del liberalismo, son de «extremo centro», solo bajan los impuestos si recaudan más, para gastar como los socialistas en «políticas sociales», y quieren intervenir en la economía y en la sociedad de modo similar a la izquierda. O sea, como siempre. Y no van a cambiar hasta que no lo hagan sus votantes.