Con motivo de la celebración la próxima semana en Madrid del IV Congreso Smart City, se van a dar a conocer al menos tres iniciativas interesantes, con relación al denominado “coche autónomo”, o sea, los vehículos sin conductor que muy pronto van a circular por algunas de nuestras ciudades. Una de ellas es la puesta en marcha y evaluación de una cabeza tractora autónoma para el transporte de residuos, conectado a la red 5G, con la creación de un espacio de datos con toda la información del sistema. También presentarán vehículo comercial sin conductor para el transporte de personas, igualmente conectado a la 5G. Y por último está el semáforo blanco, uno de cuyos arquetipos se ha instalado ya en Madrid, en fase de pruebas, para la integración de estas máquinas inteligentes en el sistema de tráfico de la ciudad. La luz blanca indicara a los coches autónomos que pueden avanzar, mientras que los tradicionales deberán detenerse.
Los coches-robot se van a imponer más pronto que tarde en nuestras carreteras. Para 2030 la mayoría de las máquinas que circularán por ellas serán autónomas. Las habrá cien por cien robotizadas, y otras híbridas como las que ya funcionan en algunos países. O sea, el automóvil dirige por sí mismo pero con un humano al volante para corregir errores, hoy por hoy no infrecuentes. Los autónomos de Google, por ejemplo, desconectaron el piloto automático en 341 ocasiones en un año y tuvieron 272 fallos que obligaron a intervenir al conductor en 13 ocasiones. Se detectaron problemas en las comunicaciones, lecturas raras de algún sensor o problemas de frenos y dirección. En las ocasiones en que intervino el chófer parece que se evitó un choque seguro. Nissan desconectó en 405 casos, los drive-pilot de Mercedes en 1051 situaciones y los Volksvangen en otras mil. Tesla, pese a no reportar estas incidencias, tuvo no pocos problemas con su auto-pilot: acelerones repentinos, frenazos, salidas de calzada y hasta fuga de datos personales.
Los casos más graves de “despiste robótico” se dieron en San Francisco, ciudad donde Waymo, una empresa de Google, tiene una flota de 100 por cien “autónomos”. Uno de esos vehículos atropelló y mató a un perro. En ocasiones se trata de momentos ridículos. Por ejemplo, un “robotaxi” se quedó atrapado en una carretera recién asfaltada. Hay contestación social contra los “autonomos” en San Francisco, por su continuada cadena de fallos. Para que un taxi-robot funcione bien es fundamental la conectividad. Si el 5G o el GPS yerra, el problema está asegurado. También la “smart-niebla”: nube de datos que ha de procesar el algoritmo de la máquina.
Problema añadido es el medioambiental: la gestión de los datos almacenados provoca emisiones de carbono como las expulsadas por todos los centros de datos juntos.
Pero los autónomos ya están aquí. En el Congreso Smart City de Madrid tendremos noticias sobre ellos.