Víctor Elías: “A veces la enfermedad de la adicción me está intentando vender una idea que no es la correcta”

Víctor Elías: “A veces la enfermedad de la adicción me está intentando vender una idea que no es la correcta”

Víctor Elías espera sentado en el Hotel Marriott de la Gran Vía de Madrid, donde vamos pasando los periodistas como si aquello fuese una ventanilla. Acaba de publicar una suerte de memorias a sus 33 años, “#Yo sostenido” (Planeta), en el que cuenta la “historia de un juguete casi roto”, y en el que relata su niñez marcada por sus padres y sus vicios, su díscola juventud, algunas historias amorosas, la figura de la que ahora es su mujer, Ana Guerra, y lo que siempre ha sido su pasión, la música.

Lo primero que hacemos es preguntarle si está bien, con sinceridad, para que nos devuelva una respuesta igual de sincera, teniendo en cuenta que lleva decenas de entrevistas, le quedan otras tantas, y algunas ya se han reflejado en la prensa de una manera distinta a la que él mismo se imagina. “Todo bien, sufriendo un poco el sensacionalismo de la prensa española, pero bueno”, confiesa nada más empezar. Esta pieza es una muestra pequeña de la entrevista completa.

“#Yo Sostenido” no sólo habla de su paso por “Los Serrano” como el pequeño Guille, si no que relata a fondo su lucha contra la adicción al trabajo, y a sustancias de todas las formas y colores. Pero es mucho más que eso. “Si es que me he abierto un canal”- en las entrevistas se refiere- e igualmente han revuelto la herida a pesar de que yo la he mostrado”. Pero, aún así considera que la experiencia está siendo positiva, y eso dice mucho de lo que ha madurado todos estos años de prueba en prueba y con una vida familiar a acuestas que lo hacía todo más difícil.

En el libro cuenta cómo se enteró tarde que sus dos padres, el arpista Liberto Villagrasa, y la actriz Amelia Álvarez del Valle, tenían un problema serio con el alcohol y él mismo tuvo que buscar en más de una ocasión a su progenitora por los bares del barrio tras regresar de la grabación de “Los Serrano”. Le preguntamos si es capaz de explicarse sin ellos, ambos ya fallecidos. “Ellos no están aquí para defenderse, entonces, aparte de que puedo contar esta historia desde el perdón, no absoluto, pero desde un perdón muy grande, y es lo que me hace contar así la historia, es que hay una parte de la historia que con mi madre nunca pude llegar a hablar porque realmente nunca se llegó a recuperar”. Por eso él lo que cuenta en el libro, incluyendo cuando accedió a demandarla, es “contar todo el rato cómo me sentí yo y cómo con los años, tras tropezar yo con la misma piedra, entiendo cómo se han sentido ellos, que al final lo hicieron lo mejor que supieron”. Y, como nos explica, no todo fue culpa de ellos: “Hace unos años esto todavía estaba peor visto. Si el problema de esto parte socialmente, tomar cerveza todos los días está bien y nadie lo ve como un problema. Es más, es casi como si no te la tomas eres el raro. En lo bares pides un agua con gas y todavía el camarero me dice ‘aquí agua no servimos’, y si le digo, señor, que tengo un problema, entonces ya todo el mundo ‘pobrecito'”.

Tras salir corriendo de su familia acabó viviendo con sus tíos y desde entonces ha tenido varias familias y varios padres y madres, incluyendo “Los Serrano”. “Huyo de la autocompasión y del victimismo y creo que en el libro queda reflejado. Lo afortunado que yo he sido por vivir esto, con la cantidad de niños que hay que lo viven sin tener la oportunidad de ir a un plató todos los días, de ser conocidos en la calle, de poder tener un disco que se llama Santa Justa Klan. Yo soy un tío muy afortunado, muy, muy afortunado en el fondo. De pequeño siempre pensaba bueno, es que no se puede tener todo”. Ahora confiesa que salvo algunos tik toks muy localizados no ha vuelto a ver la serie: “No por nada, de hecho, alguna vez Ana (Guerra su mujer) cuando empezamos la relación si salíamos, decía ‘he dejado puestos Los Serrano para que los perros se relajen, para que escuchen tu voz”.

Le recordamos que está viviendo un buen momento personal y profesional y queremos saber si todavía conserva ese runrún de que algo tiene que torcerse siempre, y nos asegura que así es y que “no sé si va casi más con la condición de la enfermedad de la adicción, que sin querer tendemos a futurizar y a ponernos en el peor escenario todo el rato. Pero porque en este caso la enfermedad quiere intentar jugártela para decirte ‘¿ves cómo te está yendo todo mal? Vete un poquito por ahí y te despistas’. Y a veces me paro y digo mentira, mentira, mentira, mentira, mentira y continúo porque sé qué es la enfermedad que está intentando venderme una idea que no es la correcta”.

“Todos los días me levanto, agradezco y me pregunto cómo estoy ese día para ver qué puedo afrontar y que no. Y bueno, gracias a eso, pues si hay días que estoy un poco más jodido, por lo menos lo digo porque me he podido ver. Es que antes ni me veía, antes ni sabía . Cuando me quería dar cuenta estaba en un fango y ya cuando salía del fango decía esto ha sido porque estaba un poco jodido, porque había discutido con no sé quién. Ahora los días que discuto con no sé quien me permito estar triste y me permite estar enfadado”.

(Continuará…)

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