13 de octubre

13 de octubre

¿Alguien se imagina a Pedro Sánchez disparándose un tiro en el pie al estilo del presidente francés Macron adelantando unas elecciones que casi con toda seguridad va a perder? El 13 de octubre puede quedar como un día más en el próximo otoño, sin pasar a nuestra historia por acontecimiento alguno que vaya más allá del santoral con San Eduardo a la cabeza o la onomástica que señala a este día el recuerdo de Rómulo de Génova o Teófilo de Antioquía, pero también podría ser una fecha clave en el inmediato devenir político de nuestro país, no tanto porque Sánchez –que se vayan olvidando analistas del buenismo– vaya a convocar elecciones generales haciéndolas coincidir con unas hipotéticas catalanas, como por el hecho de que sean solo estas últimas las que se acaben celebrando, dado el enrevesado sudoku político originado en esta comunidad tras los comicios autonómicos.

A Sánchez, –y esta es una de las variantes que no acaban de procesar sus adversarios políticos– le interesa gobernar, de eso no cabe duda, pero de no poder hacerlo entrando como ya está ocurriendo en una espiral de constantes bloqueos sin poder sacar adelante leyes importantes o los propios Presupuestos, que nadie se engañe, no va a poner en cuestión su permanencia en La Moncloa con un nuevo reparto de cartas. El superviviente aguantará impertérrito y sabedor de que la única fórmula no electoral que puede desalojarle del poder, la moción de censura es con el actual panorama político, total, completa y absolutamente inviable, como también sabe el propio Núñez Feijóo. Ergo, vayámonos olvidando de la ecuación catalanas-generales el mismo día salvo para llenar las tertulias de radio y televisión que en verano lo digieren todo. Otra cosa es el caso catalán, máxime tras los dos indicativos acontecimientos de esta semana, tanto la negativa del Tribunal Supremo a incluir la malversación en la aplicación de la Ley de Amnistía que deja a líderes del «procés» unos meses con brocha y sin escalera, como el encuentro entre Junqueras y Puigdemont en la mansión belga que aloja a este último y de la que ha salido la constatación de que ERC se encuentra entre el «susto o muerte» del apoyo a Illa o el adelanto electoral. De momento, Puigdemont necesita que el candidato socialista pierda en agosto su investidura y sobre todo que obtenga menos votos que el separatismo. Después, «13-O» elecciones… y nuevo bloqueo.