3-O: el discurso más político del Rey Felipe VI para frenar la deriva del «procés»

3-O: el discurso más político del Rey Felipe VI para frenar la deriva del «procés»

Tan solo 48 horas después del referéndum ilegal del 1 de octubre, el Rey Felipe VI pronunció el discurso de mayor impacto político en sus diez años como Jefe del Estado con el objetivo de frenar el «procés». No era para menos dado el tsunami político y social que había causado el Govern presidido por Carles Puigdemont, con desafíos a la legalidad inéditos en nuestra democracia y alentando un grado de tensión en las calles que acabó desembocando en fuego y violencia durante meses hasta el punto álgido de octubre de 2019.

El artículo 56 de la Constitución recoge que el Monarca es símbolo de la unidad y permanencia de España y le atribuye el papel de arbitrar y moderar el funcionamiento regular de las instituciones, por lo que era muy oportuno que apareciera con un mensaje en televisión a las 21 horas para contener la deriva rupturista del independentismo. «Estamos viviendo momentos muy graves para nuestra vida democrática», empezó su discurso. «Y en estas circunstancias, quiero dirigirme directamente a todos los españoles», continuó.

El discurso, breve, pero contundente y directo, denunció cómo «determinadas autoridades de Cataluña», en referencia esencialmente al Govern liderado por Puigdemont, han venido «incumpliendo la Constitución» y el Estatuto de Autonomía de Cataluña de una «manera reiterada, consciente y deliberada» durante los últimos tiempos. Es más, definió la actitud del Govern como una «deslealtad inadmisible» hacia los poderes del Estado con la vulneración «sistemática» de las «normas aprobadas legal y legítimamente».

«Han quebrantado los principios democráticos de todo Estado de derecho y han socavado la armonía y la convivencia en la propia sociedad catalana, llegando –desgraciadamente– a dividirla. Hoy la sociedad catalana está fracturada y enfrentada», continuó el Jefe del Estado, quien auguró también que la «conducta irresponsable» del Govern podía poner «en riesgo la estabilidad económica y social de Cataluña y de toda España».

Y así ha sido, ya que, además del tsunami político y social que causó el «procés» liderado por el Govern independentista, hubo notables consecuencias económicas para Cataluña, que todavía resuenan y con fuerza ya que se han marchado más de 8.000 empresas, la Comunidad de Madrid ha superado en PIB a la autonomía catalana (desde 2018) y la brecha del PIB per cápita (que mide la riqueza) sigue ampliándose entre ambos territorios.

En un principio, los independentistas trataron de minimizar los efectos económicos, pero ahora parece que sí empiezan a preocuparse porque han introducido en las negociaciones con el Gobierno la vuelta de las empresas (de hecho, han llegado a amagar incluso con reformas legales para obligarlas a regresar).

El Rey Felipe VI salió a pronunciar sus palabras tan solo 48 horas después del 1-O y el mismo día que el independentismo había hecho bullir las calles con una huelga que paralizó prácticamente toda actividad en Barcelona. El separatismo, que no llegó a lograr una mayoría social ni en las elecciones autonómicas de 2015 ni en las de 2017, cuando el «procés» estaba en su punto álgido y teniendo en cuenta que generalmente el votante independentista se moviliza más que el constitucionalista en este tipo de citas electorales (hay mayor tasa de participación de los secesionistas), trató de desbordar al Estado inundando las calles con adeptos para hacer creer que había un clamor a favor de la ruptura con España y ninguneó al constitucionalismo.

Ante este clima social de fractura y división en Cataluña azuzado por el gobierno independentista de la Generalitat, el Rey Felipe VI, en su discurso, quiso enviar un mensaje de apoyo a todos los catalanes que estaban viviendo con «mucha preocupación y gran inquietud» la conducta de las autoridades autonómicas. «A quienes así lo sienten, les digo que no están solos, ni lo estarán; que tienen todo el apoyo y la solidaridad del resto de los españoles, y la garantía absoluta de nuestro Estado de derecho en la defensa de su libertad y de sus derechos», afirmó.

Siempre con la Constitución

En cierta manera, el Monarca también alentó a los poderes del Estado a actuar conforme a la ley para restablecer el orden en Cataluña ante el rumbo que había tomado Puigdemont. «Ante esta situación de extrema gravedad (…), es responsabilidad de los legítimos poderes del Estado asegurar el orden constitucional y el normal funcionamiento de las instituciones», señaló el Rey, quien ponía de relieve tanto la Constitución como el Estatuto de Autonomía catalán y también quiso explicar a «todos» los ciudadanos de Cataluña (sean independentistas o constitucionalistas) que el Estado democrático «ofrece las vías constitucionales para que cualquier persona pueda defender sus ideas dentro del respeto a la ley». Zanjó su discurso recordando «el firme compromiso de la Corona con la Constitución y con la democracia», además de su «entrega al entendimiento y la concordia entre españoles» y su implicación «como Rey con la unidad y la permanencia de España».

A pesar de la intervención del Rey Felipe VI el 3 de octubre, los independentistas continuaron envalentonados y acabaron culminando el «procés» con una «performance» en la que declararon la independencia de forma unilateral (27 de octubre). La declaración de independencia, en todo caso, no tuvo efectos y los independentistas tampoco lo celebraron efusivamente porque estaban ya rotos y muy debilitados.

De hecho, el propio Puigdemont dio evidentes muestras de envalentonamiento 24 horas después del discurso del Monarca porque también hizo una declaración institucional de rechazo al mensaje: «Así, no», llegó a espetar, en referencia al Rey Felipe VI. «Con su decisión de ayer usted decepcionó a mucha gente en Cataluña, que le aprecia y que le ha ayudado en momentos difíciles de la Institución», señaló Puigdemont, que había tenido una relación asidua con el Rey Felipe VI durante su etapa como alcalde de Girona ya que anualmente se celebraban allí los Premios Princesa de Girona. Sin embargo, con el «procés» por medio, Puigdemont pasó a situar al Rey Felipe VI como un objetivo de sus ataques a España.