Amal

Amal

No dejo de pensar en ella, en Amal. Su verdugo cumplió la amenaza que tanto repiten los maltratadores cuando se dan cuenta de que la violencia que han ejercido sobre sus víctimas ya no surte efecto, cuando ellas han conseguido tomar conciencia de que eso no es vida. Nada provoca más al déspota doméstico que darse cuenta de que su sometida tiene lo que más se ha afanado en arrebatarle: la esperanza. Pienso en Amal y en sus hijos porque son tres nuevas víctimas del terrorismo machista pero también pienso en ellos porque Amal era mujer pero además inmigrante.

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